Diciembre: el final y una nueva esperanza

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Son las 00:21 del Viernes, 26 de Abril del 2024.
Diciembre: el final y una nueva esperanza

A las 17 horas, 27 minutos y 58 segundos del 21 de diciembre el Sol alcanzará su punto más bajo sobre el horizonte terrestre, comenzará un invierno que durará 88 días y 23 horas y el primer atardecer de la nueva estación dará paso a la noche más larga del año. La mañana siguiente a este solsticio de invierno nos levantaremos habiendo dormido las mismas horas que cualquier otra noche y tras mirar el calendario nos sentiremos acuciados por nuestras propias prisas y repasaremos la lista de regalos, los preparativos para la cena de Nochebuena y la comida de Navidad, las invitaciones de Nochevieja, el banquete de Año Nuevo y los planes para la Noche de Reyes. Antes de salir de casa, con la tostada en una mano y la taza de café en la otra, seguiremos escuchando a lo lejos el murmullo del sorteo y abriremos una vez más el armario por si fuera necesario aprovechar los descuentos para dar por descatalogado parte del vestuario. De camino al trabajo el runrún interior nos recordará las viejas salmodias exculpatorias de que no es más quien más tiene, que al mal tiempo buena cara, que la esperanza es lo último que se pierde y, la mejor de todas: año nuevo, vida nueva. Iremos sorteando con determinación el laberinto cotidiano y a eso del mediodía algún compañero demostrará sus aptitudes para la clarividencia al espetarnos sin contemplaciones que no nos ha tocado el gordo de la lotería, ni una triste pedrea, ni siquiera el reintegro, y que ya nos dijo él que ese número era muy feo, pero que lo importante es la salud, la familia y el buen rollo entre colegas. A partir de ese momento sobrellevaremos lo mejor posible lo que queda del año, disfrutaremos los días de fiesta, nos abrazaremos con tal fuerza en las comilonas familiares que nos volverán a la boca las burbujas de los brindis, nos haremos fotos junto al portal de Belén sonriendo bajo el gorro de Papá Noel, caminaremos por calles abarrotadas de gente con la nariz roja por el frío en busca del regalo olvidado, envolveremos paquetes, desenvolveremos paquetes, acariciaremos las uvas antes de contarlas, barreremos el confeti, guardaremos en la nevera los restos del asado, mandaremos felicitaciones con el móvil, seguiremos brindando hasta la madrugada y nos acostaremos poco antes del amanecer, quién sabe si enfundados en un pijama rojo con ribetes blancos y olor a cava. A la mañana siguiente nos despertaremos tarde, cuando el Sol esté ya muy alto sobre el horizonte y sus rayos se cuelen hasta el fondo de la casa e iluminen los retazos de la aventura vivida la última noche del año anterior. Antes de levantarnos, antes incluso de abrir los ojos y desperezarnos sabiendo que los días han comenzado a quitarle tiempo poquito a poco a la oscuridad, será el momento de prometernos que este nuevo año tampoco será en balde.

 

Fotografía: Guillermo Molina Fuentes

Juan Felipe Molina Fernández