Maneras de morir

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Son las 07:32 del Martes, 19 de Marzo del 2024.
Maneras de morir

Siguen matando mujeres. Lo hacen quienes alguna vez les dijeron que las querían. Hombres que compartieron con ellas proyectos, caricias y ternura. Hombres que luego saltaron a un tenebroso precipicio y arrastraron con su caída otras vidas inocentes. El amor retorcido, el amor despojado del amor, el amor trasmutado en odio, es un arma increíblemente destructiva. El polo opuesto al amor. En su nombre se han cometido muchos de los peores crímenes. El asesino es implacable: actúa impelido por el ansía del sometimiento extremo, se ampara tras la coartada de la enajenación, la amnesia o la locura. Conmueve ver en los telediarios las viviendas de estas mujeres. En muchas de ellas había placas advirtiendo de alarmas conectadas con centrales de vigilancia. No sirvieron para salvarles la vida.

Ellas se creían protegidas: ignoraban que el verdadero enemigo estaba dentro. Levantamos muros a nuestro alrededor para protegernos del peligro. Fortificamos nuestras vidas con toda clase de prevenciones y cortafuegos. Pero la amenaza letal puede hallarse en esa intimidad que pensamos a salvo de cualquier contingencia. Y un día, inesperadamente, la muerte abre la puerta de casa con su propia llave. La víctima conoce al asesino, confió alguna vez en él, lo quiso a pesar de todo. Quizá continúe amándolo hasta el último momento. Hasta el instante fatal.

Morir dignamente y en paz, y hacerlo cuando Dios, la naturaleza o aquello en lo que cada cual crea o deje de creer dictan que ha llegado la hora es un acto de suprema valentía. Todos deberíamos poder enfrentarnos a este trance, a este paso finalmente ineludible hacia lo desconocido, sin que nadie lo anticipe, lo fuerce, ni lo violente. Morir dignamente y en paz es un derecho inviolable de todo ser humano que todo ser humano debe proteger y respetar. La muerte como antesala del más allá, de otra vida o de la nada, la muerte como epílogo, la muerte sin más, la muerte como último acto de la vida es propiedad intransferible de cada individuo. La manera de afrontarla también.

 

Fotografía: Guillermo Molina Fuentes

Juan Felipe Molina Fernández