VACACIONES

La voz de Puertollano
La Voz de Puertollano en Facebook
La Voz de Puertollano en Twitter

Son las 12:03 del Viernes, 19 de Abril del 2024.
VACACIONES

 El sol de septiembre acabó de madurar los viñedos y la uva está recogida. El verano se despidió con sofoco y la siguiente estación domina nuestro cielo.

El otoño es una época propensa a la nostalgia. Si eres afortunado aún conservarás en tu cuerpo el brillo de la piel tostada y un cierto regusto salado, pero las vacaciones serán sólo un vago recuerdo diluido en el fondo de los trajines cotidianos. Tus músculos y reflejos se desentumecieron hace tiempo para hacerte regresar con ciertas garantías de supervivencia al campo de operaciones de la vida moderna, aunque quizá esta noche, cuando repases la jornada, logres recuperar alguna dulce sensación veraniega que te servirá como potente somnífero y dará a tu mente el descanso necesario para renacer a la mañana siguiente.

Porque hubo un tiempo en que agosto era un mes plácido y lánguido. Por aquel entonces los políticos de primera fila se retiraban a sus residencias de verano, el pueblo procuraba descansar y las noticias relevantes escaseaban, pues el país casi al completo frenaba el paso hasta zambullirse en un caluroso letargo. Desde las pantallas y las revistas te distraían con los posados en la playa de los famosos, con sus romances estivales, con sus desavenencias y tórridas reconciliaciones o con sus reflexiones acerca de asuntos relacionados, por lo común, con su propia condición de famosos. También nacían serpientes de verano, sonaban voces y caras sustitutas en las televisiones y en las radios, floreaban las reposiciones, escaseaban los estrenos, las grandes ciudades parecían menos pobladas y el mundo entero daba la impresión de haber aplazado sus premuras durante unas semanas. La vida sonaba con una cadencia reposada y se presentaba adormecida hasta el anochecer, cuando la temperatura permitía reconquistar la calle para disfrutar de terrazas y paseos.

Pero un día de agosto de hace siete años todo cambió. Los mercados financieros mundiales comenzaron a derrumbarse escalonadamente y hacerse añicos unos a otros, por contagio y sin compasión, dando las campanadas de bienvenida a una nueva época que aún no ha dicho su última palabra. Cuatro agostos después la prima de riesgo crecía sin tino como una niña malcriada que come cuanto le gusta y en el verano de 2012 esta señorita golosa se había convertido en una gigantona temible, además de rebelde.

Y ya nadie descansaba en agosto. Los líderes mundiales reducían sus vacaciones a una escapadita de fin de semana, sincronizaban sus relojes y contrataban tarifa plana para estar siempre en línea. Los periodistas quedaban al acecho constante, como un buen cuerpo de guardia, pues si miraban hacia otro lado les cambiaban el decorado en un santiamén. Televisiones, radios y periódicos seguían las correrías de la prima de riesgo, de la crisis, de la inflación, del paro, de la deuda, de los desahucios y de otros parientes asociados, con más tesón que las andanzas de los mismísimos famosos. En medio de las vacaciones todos conteníamos la respiración y quedábamos pegados a las noticias: noqueados por la actualidad, aguardando al siguiente recorte, agobiados ante tanta tunda

a los bolsillos y pendientes de si la señorita malcriada llegaría hasta el techo y lo haría añicos.

Así hasta hoy. Este verano del 2014 nos hemos vuelto a enganchar a la pantalla para verificar si la pregonada recuperación económica es una película de ciencia ficción, un melodrama, un alegre musical o un reality show. De paso, tampoco hemos podido dar la espalda a la triste realidad de guerras, crímenes y desastres que diariamente han acudido a las portadas, junto a las fotografías de los náufragos contemporáneos que el mar lanza contra nuestras orillas desde las fronteras de la desesperación.

Quizá el mal nunca se vaya de vacaciones. Sería todo un logro poder, al menos, mantenerlo a raya, aunque sólo sea en el mes de agosto. Y recuperar, de cuando en cuando, algún plácido recuerdo veraniego que te sirva de bálsamo durante el largo invierno.

 

Juan Felipe Molina Fernández