La cultura, la globalización, la igualdad, nos obligan a tener una conciencia y una estructura cada vez más planetaria, menos localista, menos cerrada, más solidaria.
El autogobierno que exigen todavía algunas regiones es bueno, pero con límites. La experiencia me ha demostrado que hay gestiones que mientras más lejano tengan el poder de decisión menos están expuestas a la corrupción, ejemplo, el urbanismo. La presión de constructores, arquitectos, etc., a nivel local es mucho mayor que si la gestión es regional, aunque también exista.
El autogobierno no puede ser volver otra vez a la Edad Media, aunque en esa edad hayas sido un reino, ducado, condado, etc.
Los siglos que han pasado han demostrado que cada vez se necesitan naciones de mayor envergadura, más autosuficientes, para poder competir.
Si España se convierte en una federación de regiones desiguales habremos perdido durante los últimos siglos un tiempo que otras naciones han aprovechado para aglutinar, para unir esfuerzos y estar preparadas para el futuro.
Si en cada región de España hay una seguridad social diferente, normas laborales diferentes, tratos diferentes, la debilidad afectará siempre a trabajadores y personas desfavorecidas.
La unión hace la fuerza y cuando aparecen partidos locales o regionales que pretenden desunir, lo que se busca es el poder local o regional para conseguir objetivos personales, de grupos elitistas o de partido.
Necesitamos una península ibérica más unida, más cohesionada. Un proyecto ibérico que nos permita dotar a Europa de mayor fuerza, de mayor poder de decisión en todas las decisiones importantes, a nivel de Alemania o Francia.
No es imposible, y con el caos que tenemos ahora el iberismo se hace más necesario.
Autor D Casimiro Sánchez Calderón presidente de Honor del Partido Ibérico Íber y exalcalde de Puertollano (1994 /2003)
