Frankestein, el túnel del terror y el tren de la bruja

Son las 13:39 del Viernes, 3 de Mayo del 2024.
Frankestein, el túnel del terror y el tren de la bruja
Hace pocos días tuvimos ocasión de seguir, no con poco interés, el debate electoral que enfrentó al todavía Presidente del Gobierno, Don Pedro Sánchez, y al principal candidato en la oposición, Don Alberto Núñez Feijóo. Y digo bien. Enfrentó. Porque fue bronco y áspero desde su comienzo hasta el final. Un debate, moderado de manera nefasta dicho sea de paso, en el que vimos al Sr. Presidente del Gobierno especialmente nervioso. Como si cada palabra pronunciada por su contrincante fuese un terrible gancho de derechas –léase la ironía- directo a la boca del estómago. Un Pedro Sánchez no tan sonriente y afable como se había mostrado en otros programas de televisión de reciente emisión, donde, parafraseando a Paco Umbral, se le había permitido acudir sin problemas “a hablar de su libro”. Sino mucho más tenso, agrio por momentos, obsesionado con interrumpir constantemente al rival en sus argumentaciones. A la desesperada. Consciente de que había llegado herido de muerte en términos políticos al envite final previo a las elecciones generales del próximo Domingo día 23 de Julio.
 
Fue un debate que, si bien no aclaró grandes cosas del programa electoral de uno y otro contendiente, dejó claro cristalino tres cuestiones: una, que el Sr. Sánchez, sabedor de que no parte como favorito en las próximas elecciones, tiene entre ceja y ceja formar otro gobierno Frankenstein como el de su última legislatura con tal de no permitir que gobierne el Partido Popular; dos, que su único argumento en esta campaña electoral es generar miedo entre la ciudadanía comparando una eventual alianza entre el Partido Popular y Vox con el mismísimo Anticristo; y tres, que el Sr. Sánchez es capaz de hacer gala de un cinismo sin parangón.
 
Muy hábil estuvo el Sr. Núñez Feijóo, sabedor de lo dañino que sería para nuestro país un nuevo gobierno Frankenstein a constituir con la flor y la nata de nuestra sociedad política –vuélvase a leer la ironía-, al plantearle al todavía Presidente del Gobierno en multitud de ocasiones suscribir en directo un acuerdo mediante el cual ambos se comprometían a facilitarse recíprocamente el acceso a la Moncloa en función de quien fuera el vencedor en las últimas elecciones. Un acuerdo que, como no podía ser de otra manera, Don Pedro Sánchez rechazó. Porque el Sr. Sánchez tiene un objetivo aún más poderoso que gobernar nuestro país. Conseguir que no lo haga el Partido Popular. Un ejemplo de sentir democrático.
 
Y es que, mientras el Sr. Sánchez ve un alarde de civismo y un triunfo de la democracia en sus pactos con la extrema izquierda, la que ahora lidera Doña Yolanda Díaz con Sumar, con los herederos de la banda terrorista E.T.A., que ahora lideran Bildu sin que al parecer a nadie en el sanchismo le importe que muchos de sus dirigentes tengan varios delitos de sangre a sus espaldas, y con los secesionistas catalanes, es poco menos que adentrarse en el túnel del terror permitir que el Partido Popular, que según las encuestas no alcanzará en modo alguno la mayoría absoluta, pueda pactar con el único partido que resta, Vox.
 
Resulta paradójico que el líder de un partido político que siempre se ha caracterizado por presumir de tolerancia y que históricamente ha acusado a los distintos partidos conservadores de nuestro país de ausencia de tal virtud, sea ahora el más intolerante de todos e incapaz de asumir que la de Vox, si no hay más remedio, es una opción democrática más al alcance de los ciudadanos y la única que tiene el Partido Popular de acceder al gobierno de nuestro país caso de no obtener mayoría absoluta en las próximas elecciones. Salvo que Don Pedro Sánchez decida finalmente facilitar la investidura del Sr. Núñez Feijóo absteniéndose cuando corresponda. Circunstancias, la una y la otra, que no sucederán. Es la de Vox, una opción, dicho sea de paso, que, gustará más o menos por las razones que cada uno crea conveniente, pero que, admítanlo, no cuenta entre sus integrantes con nadie que haya pertenecido anteriormente a ninguna banda terrorista o a ningún movimiento encaminado a romper la unidad nacional.
 
Pero Don Pedro Sánchez, todo generosidad, nos ha comprado a todos el ticket para entrar en el túnel del terror. Un túnel que, según el mantra que ha diseñado a su gusto y conveniencia para las presentes elecciones generales, nos traslada a otra época mucho peor que ésta. A una época donde los derechos y las libertades eran poco más que una quimera. A una época donde la censura campaba a sus anchas. Donde la libertad de expresión era ciencia ficción. Un túnel que nos traslada a nuestra posguerra. Permítanme que les traduzca. Otra vez más –y ya van unas cuantas- viene el Sr. Sánchez a rescatar debates más que superados en nuestra sociedad. Debates que no le interesan a nadie. Que aburren. Y que sólo sirven para dividir, fragmentarnos y enfrentarnos como lo estuvimos los españoles en aquella otra época a la que con tanto afán alude el Sr. Presidente del Gobierno y en la que, según su saber y entender, volveremos a instalarnos caso de producirse una alianza entre el Partido Popular y Vox. 
 
Y ese ticket lo viene pagando con cinismo de primera categoría. Porque, hay que ser cínico Sr. Sánchez, para decir públicamente que usted no ha gobernado con Bildu y con los secesionistas catalanes. Para decir que tan sólo han sido apoyos parlamentarios lo que usted ha obtenido de ellos. Porque hay que ser cínico, Sr. Presidente, para afirmar que usted no ha incumplido su promesa de no gobernar con la extrema izquierda –léase Podemos ahora Sumar- para ahora mantener que sencillamente “ha cambiado de opinión”. Porque hay que ser muy cínico, Don Pedro, para vaticinar que el Partido Popular tiene intención de gobernar de la mano de un partido político, Vox, que incumple no sé cuántos artículos de la Constitución Española. ¿Acaso pretende usted hacernos creer que sus socios en la última legislatura, especialmente Bildu y los secesionistas catalanes, cumplen escrupulosamente con nuestra Carta Magna? Y ¿qué me dice de las nefastas consecuencias de la tristemente famosa Ley del Sí es Sí? No movió usted un solo dedo para destituir de manera fulminante a una Ministra de Igualdad que no sabía dónde tenía la mano derecha. Ni tampoco la izquierda. ¿Es ese su avance en la lucha por la igualdad y los derechos de las mujeres? Su cinismo, Pedro, amigo, es un insulto a la inteligencia de todos los ciudadanos que, todavía y aunque le pese, conservamos la capacidad de tener criterio propio. 
Poco le importa a Pedro Sánchez –discúlpenme por retirarle el Don- nuestro país y la economía española. Porque su estrategia política es lo que el ciudadano común y corriente conoce de toda la vida como la ley del embudo. Lo ancho para mí y lo estrecho para ti. Y porque, caso de importarle algo nuestra maltrecha economía, bien habría convocado elecciones generales de manera simultánea a las recién celebradas municipales y habría ahorrado a todos los españoles un buen puñado de miles de euros en concepto de campaña electoral. Pero no, como saben, en un ataque de romanticismo, Pedro habría de convocar, de manera unilateral y sorpresiva, las presentes elecciones generales al día siguiente de saberse el resultado de las municipales. Por amor. Al sillón. 
 
Así que no tengan miedo. Voten, si así lo desean, por el cambio político. Porque no existe ningún túnel del terror. Ni nos va a trasladar a ninguna otra época como se vaticina. Y porque, sencillamente, venimos del tren de la bruja. Hemos realizado un largo viaje de cinco años de duración, gentileza del Dr. Frankenstein, en asientos que, lejos de ser de primera clase, lo han sido roídos y de tercera categoría. Un viaje en el que nos han dado escobazos de todos los colores y en el que cada vez hemos sido menos los que hemos procurado el sustento de más y más personas. Un viaje donde la solidaridad deseada por todos se ha convertido en una completa tomadura de pelo.  Uno en el que varias de nuestras grandes empresas, de esas que generan el empleo que tanta falta hace en nuestro país, se han visto obligadas a marcharse de España, maltratadas por nuestros gobernantes. ¡Menudo viaje! Ni un escobazo más.
 
 
 
Adrián Arruabarrena.