Las citas han girado en torno a dos de las obras de literatura juvenil como son ‘El tesoro de Barracuda’, que han leído escolares de quinto de Primaria y ‘Barracuda en el fin del mundo’, en este caso con estudiantes de sexto de Primaria, quienes han podido conocer cómo la autora concibió sus personajes y respectivas historias.
Además, durante sendas convocatorias que han transcurrido en el Centro Cultural ‘Casa de la Marquesa’ y han sido introducidas por María Dolores García-Minguillán, técnico de Cultura, se ha suscitado también un interesante debate sobre las bondades de la lectura y la creatividad literaria, a la que la juventud está invitada a ser también partícipe.
Llanos se mostraba encantada de celebrar de “la mejor manera” este Día del Libro 23 de abril, “con gente que ha disfrutado de tu libro y donde podemos hablar no sólo de piratas [temáticas de sus obras objeto hoy del intercambio de pareceres hoy], sino de libros en general”.
La autora ha dicho que cuando se pone a escribir “no me planteo que un libro sea para para niños, para jóvenes o para adultos”, sino que simplemente cuando encuentra “una historia que me apetece contar, la escribo y luego me pienso ‘¿Para quién puede ser? ¿A quién le puede interesar?’”.
Por tanto, cuando queda prendada de un relato su único mandato es “escribirlo con el mismo respeto y el mismo cuidado” independientemente del tipo de público al que vaya dirigido finalmente y, frente a quien “piensa que el público infantil es un público menos exigente, yo creo que es al contrario”.
Un reto que tiene por añadidura, reconoce la escritora, que “estamos en un momento histórico en el que competimos con titanes, competimos con el cine, competimos con las plataformas, competimos con los videojuegos y, entonces, una historia leída hoy en día requiere de una paciencia que una película, por ejemplo, no requiere”.
La clave de Campos Martínez para enganchar a jóvenes lectores ante tan desigual competencia es “intentar ilusionarlos, intrigarlos desde la primera página y aunque eso es complicado se puede conseguir”, dice y considera que una parte fundamental para lograrlo está en los hogares.
“El hábito lector es una cosa mucho más sencilla de adquirir si existe en casa porque los niños actúan mucho por imitación y es muy difícil que se habitúen a leer si en su casa no han visto a nadie hacerlo”, recalca Llanos para expresar que el disfrute de los libros puede llegar a formar parte del ocio con el ejemplo que puedan encontrar en sus familias.
Por otro lado, “yo creo que la labor del profesorado a la hora de elegir las lecturas que se hacen en clase es muy importante, porque lo primero que debería entender un niño o una niña es que leer es divertido y ya luego, si tiene algún tipo de enseñanza de algunos valores, pues todo eso está muy bien también”, afirma la autora.
Y en este sentido de crítica, enfatiza convencida que “muchas veces pecamos los adultos de querer que todo sea didáctico y todo en la vida no tiene que ser didáctico, que hay cosas que se hacen por simple diversión, que son las que te enganchan y luego tú ya mismo vas buscando otras cosas”.
La lectura, apostillaba por último, acarrea la posibilidad de instilar la inquietud de la escritura creativa, pues “yo creo que todo escritor, primero es un lector, un gran lector que disfruta y una vez que disfruta es entonces cuando te dan ganas de contar historias tú, de inventar todos esos mundos”.
