"Con el corazón partí­o"

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Son las 21:34 del Viernes, 19 de Abril del 2024.
"Con el corazón partí­o"

"Si el Madrid no existiera habría que invertarlo"                                                                              Joan Laporta, ex-presidente del FC Barcelona

 

Ningún clásico en el mundo es tan universal como el del Real Madrid contra el FC Barcelona. En el partido de ida, en el estadio Santiago Bernabéu, me encontraba de viaje en Canadá. Cuando llegué, con el fin de no perdérmelo, cogí  la referencia del Centro Gallego de Montreal y reservé una mesa. Cual fue mi sorpresa aquel día, que al salir a la calle me crucé con dos jóvenes vestidos con las camisetas blanca y azulgrana respectivamente. Los bares, por supuesto y a pesar de la hora, mediodia, « hasta los topes ». En Montreal, tierra de Hockey y de Fútbol americano, viviendo la pasión del clásico. En el Centro Gallego, por supuesto, no cabía ni un alma.

Cuando llega el Madrid - Barça, esté o no la liga en juego, el mundo se divide entre hinchas del Real Madrid y del F.C Barcelona. Este partido de futbol, clásico entre los clásicos, sirvió de modelo a Bill Clinton para ilustrar una lucha pacífica entre los pueblos. Ya se lo podían haber dicho a Slobodan Milosevic y a Franjo Tudjman y nos habríamos ahorrado la verguenza de la guerra de los Balcanes, con un buen partido entre el Estrella Roja de Belgrado y el Dynamo de Zagreb. Pero no fue así. Quizás porque el futbol no es  una guerra  sino solo un  deporte.  

El Madrid contra el Barça no es un partido de fútbol más, tampoco es « la madre de todas las batallas ». Ahora sí, con frecuencia es el partido del siglo y casí siempre ¡el mayor espectáculo del mundo !

Se me ocurre pensar que, a lo mejor, merengues y culés no se odian tanto.  Creo que el rechazo visceral al otro equipo se encuentra representado solo en los amantes del antifutbol, en los violentos. Pero por encima de la barbarie, el Real Madrid y el FC Barcelona representan las dos caras de una misma moneda. Ninguno de los dos podría vivir sin el otro. La fuerza del Real Madrid se da, entre otras cosas pero sobretodo, ganando al Barcelona o ganando los títulos a los que también aspira el Barcelona y viceversa.

Nunca una rivalidad fue tan sana en el fútbol mundial como la de Kubala y Di Stefano. Rivales y amigos que luego se encontraron en el ocaso de sus carreras deportivas en el RCD Español. Kubala, entrenador, ya fuera del primer plano del éxito, cumplió el sueño de los amantes del futbol-arte. Con el fichaje de Di Stefano, Kubala pudo por un momento hacer realidad lo que nunca pudo ser : más allá de la selección, Kubala y Di stefano en el mismo equipo.

El clásico representa otra versión metafórica de las dos Españas en la que se resiste a identificarse  o ni siquiera a reconocer lo que unos y otros puedan aportar al interés común. En este caso al fútbol como deporte y todavía más como arte. No creo que se  pueda ser hincha de los dos equipos al mismo tiempo pero sí reconocer y porqué no, admirar el juego del rival. Recuerdo los aplausos del Bernabéu a Ronaldinho o los del Nou Camp a Raúl. Esa es la gran mayoria silenciosa que solo se expresa cuando vale la pena hacerlo.

¿ Se puede ver un clásico admirando el juego de los dos equipos sin sentirse traidor o afectado de una suerte de desdoblamiento de la personalidad ?. ¿Se podría ver un Barça-Madrid desde la ambivalencia ?. ¿ Se podría, en definitiva, ver este partido teniendo « el corazón partío » ?.

Yo me hago esta pregunta cada vez que se acerca la fecha del clásico y afloran mis sentimientos. Me considero un gran amante del arte y la emoción que se puede ver en un estadio de futbol. Por eso soy un hincha del Real Madrid aunque por la misma razón, en mi adolescencia, fui hincha del Barça de Cruyff y de aquellos Rexach, Asensi, Cruyff, Sotil y Marcial.

En cada clásico me acuerdo de mi padre que recitaba la delantera del Barça que inmortalizó Joan Manuel Serrat en « Temps era temps » :Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón con tanta pasión como la del Madrid de la época: Kopa, Rial, Di Stefano, Puskas y Gento. Mi padre, más bien madridista, no le hacia ascos a un buen partido, incluso una victoria, del Barça.

También me ha intrigado, ante un clásico, cómo se sienten los jugadores que han tenido el honor de vestir las dos camisetas, de sentir los valores futbolísticos de los dos equipos y de sus aficiones. Los que pasaron del Real Madrid al Barcelona : Luis Enrique, Alfonso, Etoo o los que se fueron  del Barcelona al Real Madrid : Milla, Celades, Schuster, Laudrup, Figo o Ronaldo Nazario. Todos, por diferentes razones, económicas, sentimentales o profesionales, decidieron aliarse con el « enemigo ». ¿Desertores ?, ¿un paso al frente contra el ostracismo futbolístico?. Seguro que los hinchas no se lo han perdonado pero, desde mi punto de vista, a estos « infieles » se les puede agradecer su fidelidad al fútbol. Han seguido dando lo mejor de ellos mismos con una u otra camiseta y pocos de ellos fracasaron.  

Los trofeos se pueden ganar o perder pero siempre queda el fútbol para el que quiera reconocerlo. Ningún madridista puede negar el juego vertiginoso y total del Barça que entrenó Johan Cruyff. Ni el futbol-arte del equipo de Guardiola. Del mismo modo que no creo que muchos culés dejen de reconocer el juego de conjunto de la quinta del Buitre ni el de los « galácticos » de Roberto Carlos, Zidane, Ronaldo, Beckham y Raúl.

Al Barça de Kubala se le cruzó el Madrid de Di Stefano. Al Madrid de la quinta del Buitre y al Barça que entrenó Cruyff se le cruzaron el Milan de Arrigo Sachi con el trio holandés : Gullit, Reinhardt y Van Basten. Al Barça de Guardiola jugador se le cruzó el Madrid de los pre-galacticos y al Madrid de los galácticos el Barça de Guardiola entrenador. Cualquiera de esos equipos merecieron o estuvieron a punto de merecer el calificativo de « el mejor » y el de « digno rival » respectivamente.

Tanto al Real Madrid como al FC Barcelona les tenemos que agradecer su afan de superación para no quedarse atrás de su gran rival en el deseo de tener en sus filas a los mejores jugadores del mundo y buscar siempre la victoria ofreciendo el mejor juego posible.

Mirando con nostalgia al adolescente culé y siempre con la esperanza de ver un gran partido de futbol, el adulto dice hoy : ¡Que gane el mejor ! pero que ese sea el Real Madrid.

¡ Hala Madrid !.

 

 

                                      

Miguel Marset