Gracias a ti, que estas al otro lado de la línea.
Gracias porque desde el más completo anonimato auxilias en la lejanía a todo aquel que lo necesita. Por estar en esos momentos desesperados que llegan sin previo aviso, sin importar el donde ni el cuándo. Por acompañar verbalmente a aquellos que se quedan tirados y desesperados en medio de ninguna parte.
Un lugar donde tú eres la única voz, la única respuesta.
Por aquellos a los que en su propia casa le sorprende la más repentina contingencia.
Uno tras otro ofreces palabras de aliento.
Uno tras otro envías la ayuda pertinente, y por ello solo puedo decir:
Dos millones de gracia a ti que te encuentras al otro lado de la línea y, en todas esas ocasiones en las que alguien ha requerido ayuda, ahí tú has estado.
Marcelino Mora