La Pasión

Esta es, para muchos, la semana más señalada del año. Las calles de nuestro país se llenan de fe,  tradición, arte y música.

Mucha música.

Basta con salir a las calles más señaladas de nuestras ciudades para contemplar como centenares de penitentes y espectadores rememoran la pasión de Jesús de Nazaret más allá de los templos. Esta expresión pública de la fe es una costumbre muy española, en la que la música juega un papel primordial, ya sea a través de las bandas y agrupaciones que acompañan a los tronos (o pasos, según la ciudad dónde te encuentres), los cantes de saeta en pleno recorrido, el rítmico tintineo de los pasos de palio o a través del silencio más absoluto que acompaña a algunas hermandades.

Sea como fuere, gran parte del impacto emocional que reciben los espectadores y penitentes se debe al trabajo y selección del repertorio musical que acompaña a las imágenes y cortejos procesionales.

Como gran aficionado que soy a la Semana Santa, especialmente a la malagueña, podría escribir con más detalle sobre algunos de los repertorios que acompañan a algunas de las hermandades más representativas. Sin embargo, considero más adecuado para esta ocasión invitaros a vivir estos días como lo hacen en varios países del norte de Europa, donde se organizan interpretaciones de oratorios basados en la Pasión en muchos de los templos cristianos.

 Un oratorio es un género musical de carácter vocal donde intervienen varios solistas y un coro, acompañados por una orquesta. A diferencia de la ópera, este género está concebido para interpretarse en forma de concierto y no para representarse. En cuanto a la temática, los oratorios son de temática religiosa, existiendo varias obras idóneas para ser representadas en las diferentes festividades del año.

Uno de los oratorios más conocidos es La pasión según San Mateo de J.S. Bach. Está escrito para solistas, doble coro y doble orquesta. El texto se basa en el evangelio según San Mateo, concretamente en basados

Como dato curioso, Bach utilizó la orquesta de cuerda para representar la divinidad de Jesús. Es el único personaje que está acompañado por la orquesta de cuerda completa, a excepción de las palabras finales de Jesús, simbolizando así la conversión de Dios en Hombre.