Recuerdos de un “piante” más…

Por Fernando Romero

Hoy es un día de absoluta tristeza para el deporte de Puertollano. Para toda la ciudad me atrevería a decir. Y es que este 9 de Marzo se dirá el último adiós a una “leyenda” del atletismo local, comarcal, provincial, regional y hasta nacional, ya que sus trece campeonatos de veteranos conseguidos le dan licencia para adquirir dicho calificativo.

Pero más allá de todo lo que ha representado para nuestro deporte, a uno lo que le evocan son recuerdos. Recuerdos de una infancia y adolescencia donde siempre estuvo presente su figura. Porque algunos podemos presumir de haberlo tenido como profesor de gimnasia (sí, leen bien, gimnasia, porque así lo decíamos cuando cursábamos EGB. No hacíamos Educación Física, hacíamos gimnasia).

ESE GRUPO DE PIANTES...

Con mucho cariño y orgullo, formamos parte de ese grupo de “piantes” que estábamos deseando que llegara la hora de estar con él para practicar deporte. De hecho, son muchas las ocasiones en las que hemos dicho la frase de “tú no has estado en Enpetrol si Sánchez no te ha llamado piante”. Y es que a pocos se les olvida que corríamos como locos al gimnasio, para darle las primeras patadas al balón (alguno se equivocaba y le daba al medicinal con las pertinentes consecuencias…) hasta que llegaba él, procedente de su despacho, y todos nos poníamos “a formar”, haciendo cuatro filas, uno detrás del otro con el brazo extendido hasta llegar al hombro del compañero que tenías delante. Cuatro filas como cuatro eran los equipos que se formaban y que abrían y cerraban el curso escolar compitiendo en una liguilla de fútbol: Los Invencibles, Los Diablos, Los Relámpagos y Los Vikingos. Siempre los mismos nombres, curso tras curso, en el arranque y al terminar. Entre ambas liguillas, espalderas, potros y… sobre todo: atletismo. Imborrables aquellas vueltas por el actual campo de petanca y por la manzana que rodeaba al Instituto… Ahí es donde Sánchez iba haciendo selección de “posibles candidatos” a practicar atletismo. Y sí, digo Sánchez porque aunque para la gran mayoría es, cariñosamente, “el abuelo”, para los que le tuvimos de profesor durante tantos años siempre será Sánchez.

Era habitual que hubiera alguna queja por parte de los amantes de cualquier deporte que no fuera el atletismo, o por la exigencia a la hora de realizar las prácticas deportivas dentro del gimnasio. Nunca se enfadaba, pero siempre repetía el “cállese usted piante, que es usted un piante”… Y creo que serán pocos los que no hayan recibido dicho calificativo. También recuerdo que cuando hacías mal un ejercicio, nunca te regañaba. No le hacía falta. Te miraba de arriba a abajo, asentía con la cabeza y cerraba los labios como diciéndote, sin hablar: “anda que…”, lo cual te dejaba claro que no estaba muy conforme con tu demostración física. Nunca te juzgaba, no contabas con su aprobación si solo querías jugar al fútbol, pero siempre contabas con su cariño.

Y precisamente con cariño, actualmente, pero en aquella ocasión con bochorno, guardo en mi memoria la única ocasión en la que consideró (en qué estaría pensando) que podría hacer un buen resultado en una carrera en Ciudad Real. Sus palabras del viernes fueron: “el domingo a las 7 sale el autobús. No desayunen. Tan solo pueden tomar un zumo de naranja”. Y allí me planté yo, con mi zumo, helado de frío y competí. No recuerdo si fui último o penúltimo (un desastre auténtico la verdad), pero jamás volvió a contar conmigo. De esa ocasión recuerdo: que el zumo se puso de punta y que al terminar, me dijo: “estará usted contento…”. Ahora lo cuento y nos reímos, no es para menos… Así era Sánchez, y así lo queríamos, admirábamos y respetábamos.

PASIÓN POR EL DEPORTE

Lo que nadie le puede negar es que supo contagiar su pasión por el deporte, su manera sencilla y práctica de inculcar valores, su amor por el atletismo y su simpatía por muchos años que hubieran pasado desde que dejó de darte clases. Verlo por la calle era motivo de felicidad, porque siempre te trasladabas a esas clases de gimnasia que tanto disfrutábamos. Raro era no verlo con una bolsa en la mano y, dentro, dos o tres libros suyos, y decirte: “niño, tú tienes mi libro ¿no?”. “Claro que sí Sánchez, por supuesto” y se marchaba tan feliz.

En sus últimos días, aún se sorprendía por la cantidad de gente que lo conocía. Estando en la Residencia, era obligación moral acercarte y saludarlo. Ya estaba más triste, decaído, su mirada era la de ese atleta que había sido: activo, valiente y ejemplar y que en esos momentos se veía condenado por el inevitable paso de la edad. Raro era quien pasaba por allí por recepción y no le decía algo. Entonces te miraba y te decía: “me conoce todo el mundo”. La respuesta era obvia: “claro Sánchez, quién no va a conocer a Sánchez Menor”. Eso le hacía sentir bien, se le notaba. Hasta que ya su corazón se detuvo para dejarnos con 93 años, que se dice pronto.

Como ven, no hablo de todo lo que ha hecho por el deporte de Puertollano, que ha sido mucho, más de lo que nadie pueda contabilizar. Me quedo con ese Sánchez que tanto disfrutamos curso tras curso. Su legado creo que es más que evidente. Algunos lo han definido como “bandera”, “referente”, “leyenda”… Y poco me parece, la verdad, por todo lo que ha representado. Para mí siempre será “Sánchez, el profesor de gimnasia”. Aquel profesor con el que tanto disfruté haciendo deporte.

Cuídanos allá donde estés. En Puertollano ya lo has hecho todo. Y, como verás, bien se está reconociendo. Descansa en Paz “maestro”. Hoy, uno de tus “piantes” te dará el último adiós.