Danza

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Son las 16:42 del Viernes, 19 de Abril del 2024.
Danza
     El siete de abril tuvo lugar en el Auditorio Municipal la Gala del Conservatorio Profesional de Danza “José Granero” de nuestra ciudad. Mientras disfrutaba con la actuación de su alumnado, vinieron a mi memoria acontecimientos relacionados con la práctica de la danza en Puertollano desde hace cuarenta años. Y surgieron algunas consideraciones sorprendentes hasta cierto punto.
 
     Se define coloquialmente a nuestra localidad como la ciudad minera en correspondencia con el hecho de que fueron las minas de carbón las que propiciaron el crecimiento demográfico desde el último tercio del siglo XIX. Después, paulatinamente, esta caracterización fue dejando paso a la ciudad industrial. Cabía esperar que la base social que crearon ambas fuentes económicas no fuese la más indicada para que el cultivo de la danza arraigase con fuerza en el municipio. Y, sin embargo, nuestra ciudad fue pionera en esta disciplina artística desde comienzos de los años ochenta del pasado siglo. Y, aún más llamativo, su desarrollo contó con sólidos cimientos merced a la proliferación de su alumnado, que se contaba por centenares. 
 
     Con la irrupción de los ayuntamientos democráticos, la Corporación Municipal apostó decididamente por la enseñanza de esta disciplina mediante la implantación de la Escuela Municipal de Danza. Las clases se impartieron aprovechando cualquier espacio susceptible de albergarlas, como la Casa de Baños o el antiguo Ayuntamiento, hasta que se construyeron las instalaciones en el solar del desaparecido Gran Teatro, que contaba con tres aulas de 100 metros cuadrados, una de las cuales se dividió después por la mitad para poder responder al incremento del alumnado. El paso de los años puso de manifiesto la necesidad de añadir a la Escuela un Conservatorio para evitar que los exámenes tuvieran que efectuarse en el Conservatorio de Córdoba.
 
     Durante veinte años ocupé el cargo de director de la Escuela de Danza, y en los seis últimos se produjo la implantación gradual de los cursos de su Grado Profesional, lo que condujo a que el Conservatorio Profesional de Danza se plasmara en una espléndida realidad que se mantiene vigente hasta hoy. Evidentemente fueron muchas las personas que trabajaron para alcanzar este logro. Podría citar a varias decenas e incluso así incurriría en olvidos lamentables. Cabe encuadrarlas en cuatro apartados: responsables políticos, profesorado, padres de alumnos, y alumnado. Veamos sus aportaciones. 
 
     Hay que valorar que la primera Corporación Municipal de la etapa democrática (1979) primase destinar recursos económicos a potenciar la cultura de base de nuestra ciudad, incluyendo contenidos tan insólitos en la época como la música y la danza. Gracias a ello se creó el caldo de cultivo para que la cultura y la educación artísticas se pusieran al alcance de amplias capas sociales. En las sucesivas Corporaciones, alcaldes y concejales se entregaron a un cometido que pronto dio frutos con el asentamiento de la Escuela de Música y la Escuela de Danza, que suponían toda una novedad en nuestra provincia y en las provincias limítrofes. Andando el tiempo, se redobla la apuesta en favor de la creación de los respectivos Conservatorios Profesionales. Cuando se crea el Conservatorio de Danza, únicamente existía otro similar en Castilla-La Mancha en su ciudad más populosa, Albacete, lo que prueba su singularidad.
 
     Asimismo, fue decisivo poder contar desde el primer momento con un cuadro de profesores altamente cualificado para ejercer la docencia. Como es lógico, fue preciso recurrir a personas provenientes de zonas geográficas en las que la danza ya contaba con profesionales de sus respectivos Conservatorios. Cuando surgen las primeras promociones tituladas de nuestro Centro, este alumnado pasa a engrosar su Claustro. Ejercer la docencia en este campo requiere de un esfuerzo considerable. Con frecuencia, el profesorado sufre lesiones debidas a la exigencia física de las clases. La vocación para esta profesión se da por descontada y reclama unas condiciones físicas fuera de lo común y una entrega sin paliativos. Existen profesiones a las que se llega por descarte o por circunstancias sobrevenidas, sin embargo para ser titular de danza solo hay un camino que está cimentado sobre la vocación y la entrega.
 
     El tercer puntal que sostuvo con firmeza el entramado de la danza fue la asociación de padres y madres de alumnos y, por extensión, los progenitores del alumnado. Apoyaron sin fisuras la decisión de sus hijas para cursar unos estudios que no resultaba fácil compaginar con los habituales del colegio o instituto, especialmente según progresaban curricularmente unos y otros incrementando la carga lectiva. Para superar las dificultades, se veían obligados a sacrificar los fines de semana para recuperar el tiempo dedicado a la danza. La asociación jugó un papel importante para consolidar la Escuela y para conseguir la implantación del Conservatorio. Asimismo hay que tomar en consideración el esfuerzo económico que debían afrontar los padres, incrementado por el desembolso destinado a vestuario y complementos exigidos por las actuaciones ante el público. Pocas veces se veía el Auditorio Municipal a rebosar como sucedía con la celebración del festival de fin de curso.
 
     Finalmente, el entusiasmo del alumnado impidió que la simiente plantada por los tres colectivos mencionados cayera en terreno estéril. Han sido miles las alumnas que han cursado estudios de danza en nuestra ciudad. La exigencia y duración de los mismos provocaron que únicamente una minoría lograra finalizarlos. Era digna de admiración la fuerza de voluntad de algunas alumnas, no especialmente dotadas, para superar los obstáculos y seguir completando el plan de estudios. Se utiliza el género femenino para mencionar al alumnado porque era excepcional la participación masculina, los conocidos como Billy Elliot en atención a la famosa película de este título en la que un chico conseguía vencer un cúmulo de adversidades para triunfar en el mundo de la danza. No es aventurado asegurar que la huella que imprime en el alumnado la práctica de la danza, por breve que sea el periodo dedicado, constituye una experiencia que se recordará siempre con agrado.
 
     La ciudad de Puertollano puede mostrar con orgullo las credenciales que atestiguan su decidida apuesta por una disciplina artística que brilla por su ausencia en infinidad de ciudades más populosas que la nuestra. Que perviva su ya larga vida.
Eduardo Egido Sánchez