Imprenta Guerrero: Un siglo de letras

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Son las 12:12 del Sábado, 20 de Abril del 2024.
Imprenta Guerrero: Un siglo de letras
Afortunadamente ha sido una falsa alarma provocada porque en la cristalera de la oficina que ha tenido Imprenta Guerrero en la calle Aduana está fijado un cartel con el anuncio “Se alquila”, lo que podía hacer pensar que había cesado su actividad. No es así, la imprenta sigue operativa en una nave del polígono Aragonesas, continuando una trayectoria que rebasa un siglo de andadura.
 
     En efecto, ya en 1916 José Guerrero Guerrero promueve y dirige la publicación del semanario “Renacimiento”, que subtitula como Semanario Regional Independiente y tiene como lema “Órgano Defensor del Pueblo”. La redacción y administración estaba situada en calle Cruces, 30 principal. La suscripción mensual costaba 0,40 pesetas, la trimestral para la provincia 1,25 pts. y el número suelto 0,10 pts. Se hacía constar que el pago era anticipado. Tres años después este inquieto impresor saca a la calle el semanario “El carbón”, título que responde a la época dorada de la explotación minera en nuestra ciudad debido a la demanda originada por la primera guerra mundial. Este mismo año ve la luz otro semanario que tendrá una larga permanencia, “Vida Nueva”, bajo la dirección del dinámico José Guerrero. Por último, en 1934 comienza a editarse en la imprenta Guerrero el periódico de contenido satírico “El Mochuelo” dirigido por Antonio Nobre. A lo largo de 20 años, bien en calidad de director, bien como impresor, José Guerrero efectúa una destacada labor en pos de que la población local se mantenga informada de noticias de diversa índole al tiempo que crea un caldo de cultivo idóneo para estimular la conciencia crítica de los puertollaneros.
 
     El testigo de la imprenta lo recoge su esposa, Eugenia Escobar Rodríguez y después, en 1960, su hija Justa Guerrero Escobar, mujeres que no se arredran ante las múltiples dificultades que tendrán que superar en la penosa coyuntura de la posguerra, logrando  mantener  con pulso firme el negocio a flote. La sede de la imprenta inicia un periplo urbano con emplazamientos en la plaza Villarreal, la calle Calveros, la calle Iglesia,  la calle Tercia, donde se mantuvo muchos años antes de trasladar la oficina a la calle Aduana, en las proximidades del Ayuntamiento. En 1996 abrieron un local en la calle Ave María que se especializó en serigrafía y estampaciones. Por su parte, las rotativas se habían trasladado al polígono industrial Sepes, donde en su época de apogeo llegó a contar con 12 trabajadores, y donde se mantienen en la actualidad. 
 
     Alrededor de 1980, ya en la sede de la calle Tercia, se constituye una sociedad limitada compuesta por la familia Acevedo Guerrero, a cuyo frente se mantendrá mucho tiempo Fernando con el apoyo de su esposa Carmen. Ambos se han complementado a la perfección durante cuarenta años, ocupándose ella de la faceta comercial y él  manejando las rotativas para imprimir todo tipo de documentos. A este respecto, recuerda Fernando una máquina instalada en 1920, cuando la imprenta iniciaba su trayectoria, que se mantendrá en activo durante seis décadas con un rendimiento excelente, a la que él aplicó un ingenioso procedimiento para acelerar la impresión de las tiradas mejorando sus prestaciones.
 
     Un personaje popular en el Puertollano de los años sesenta del pasado siglo, vinculado a la imprenta, fue el peculiar Leocadio Guerrero, al que mucha gente recordará deambulando por las calles de la ciudad con su imagen imponente: alta estatura y complexión robusta, larga barba blanca, pies descalzos e hinchados y túnica blanca.  Era manso como un cordero y repartía “estampitas” a los niños. Se decía que había perdido el juicio de tanto leer y en nuestra ciudad es proverbial la frase “No leas tanto que te vas a quedar como Guerrero”. Su rostro personificaba la bondad a carta cabal. Fernando, su sobrino nieto, asegura que tenía buen ojo para detectar las erratas de los textos y cumplía ese cometido en la imprenta.
 
     La sede de la calle Tercia ha permanecido activa durante largos años. La entrada estaba formada por un estrecho pasillo que, no obstante, aún daba de sí para albergar un pequeño negocio de papelería con útiles de escritorio que regentaba Carmen, encargada al mismo tiempo de recibir a los clientes. A continuación, el local se ensanchaba en una amplia  sala iluminada de forma natural con claraboyas cenitales donde estaba instalada la maquinaria de imprimir y se almacenaban las resmas de papel. Por lo general, el trepidar de la maquinaria obligaba a elevar la voz para poder explicar los encargos o para intercambiar comentarios amistosos con los trabajadores. Resultaba curioso contemplar las evoluciones de Fernando, Luciano, Lorenzo y Pablo, que no quitaban ojo de  los ejemplares impresos que las máquinas escupían a velocidad de vértigo. Con las manos manchadas de tinta, el ajetreo de los operarios producía la impresión de efectividad en el desempeño de su tarea. La mirada indagadora del visitante recorría los pormenores de las tareas de cada ingenio, admirada por la precisión con la que ejecutaban su cometido.
 
     La imprenta Guerrero ha sido un referente por la puntualidad en la entrega de encargos, a despecho de que no resultaba raro dejarlos para última hora y pretender que se necesitaba recogerlos mañana mismo. Han sido infinidad los pedidos facturados a los Ayuntamientos de Puertollano y su comarca, a las grandes empresas de la localidad y a particulares, en aquella época en la que se utilizaban el papel o  la cartulina para las invitaciones de boda, los recordatorios de comuniones y los de fallecimientos. Recurrir a la imprenta Guerrero para salir de un apuro era garantía de poder salir del aprieto porque su profesionalidad superaba toda contingencia.
 
     En la actualidad la imprenta ha quedado en manos de Cristina y Fernando, hijos de Fernando y Carmen y bisnietos de José Guerrero Guerrero, que se han adaptado perfectamente a las nuevas tecnologías y han ampliado el campo de su cometido tradicional con la inclusión de bordados, rotulación de vehículos, estampaciones…todo ello con técnicas digitales. Han extendido el negocio a la ciudad de Málaga y es de confiar que la saga Guerrero se mantenga durante mucho tiempo prestando sus buenas artes a la ciudad donde sus antepasados iniciaron una aventura cultural con firmes cimientos. Su responsabilidad es considerable porque más de un siglo los contemplan.
Eduardo Egido Sánchez