Qué difícil es interpretar un paisaje del que tú mismo llevas tiempo formando parte. Se pierde la frescura de esa Primera Vez, cuando nos permitimos el lujo de observar sin ideas preconcebidas, sin historia, quizá un poco desorientados.
Aunque a veces apetece jugar al “recién llegado” y constatar los “órganos” que conforman dicho paisaje, tal como si fueran los órganos de un ser vivo, que se necesitan los unos a los otros: el valle al río, la sombra al árbol, el manantial a la zarza, la montaña al puerto…
Tan solo los cuerpos extraños podrían enturbiar las vistas. No nos sorprendamos de que el Organismo, es decir, la Naturaleza luche para expulsar a esos cuerpos extraños. Dejemos de ser cuerpos extraños. Integrémonos de una vez por todas en la Naturaleza.