Este es el tapete sobre el que juegan el hombre y la mujer. Juegan a ser. Es el escenario donde interpretan su papel de seres humanos. Juegan a las casitas, a los papás y las mamás, a procrear, a conformar hileras de paisaje y piedra a su imagen y semejanza. Se entretienen surcando caminos, cavando acequias y zanjas, erigiendo fronteras en un paño herbáceo ajedrezado de labranza.
A veces se sienten agradecidos ante la buenaventura, y han aprendido como nadie a justificar la desgracia. Es el eterno juego de sobrevivir. Otras veces, se imaginan que juegan a caminar como si hubiera un destino, convencidos de que si están aquí, será por algo. E inventan dioses. Se esfuerzan por interpretar una belleza regida por una ley que les supera.
Parece más cierto que sobre este tapete, todo a su alrededor supura vida y muerte, renovación y cambio. Es el eterno juego de sobrevivir, de sentirse vivo. El hombre y la mujer juegan sus cartas sobre el tapete. Al atardecer, descansan ante una puesta de sol, creyendo a pie juntillas que sus vidas han de tener algún sentido.
Antonio Carmona
Fotografías: Carlos Gustavo Barba Alcaide