Fue en mayo, cuando un rayo de sol escaneó mi campo. Bajo su fulgor floreció la jara y el enebro, el romero y la espiga prendida a sus calcetines blancos. El río Ojailén bajaba borracho de civilización con una resaca ferial de espumarajos.
Un rayo de sol escaneó la ingravidez del ocaso. Nos hizo evocar recuerdos que no eran nuestros. Fue en mayo, cuando un rayo de sol nos forzó a confundir realidad y sueño. Nos hizo creer que éramos ambos a la vez.