Dónde se vio tierra tan montaraz y agreste, de vegetación con garras y ambrosía que resiste solanos y hielos de umbría. Dónde se vieron paredones que acarician cielos alados, milhojas de cuarcita conforman páginas declinadas por la gramática del tiempo, donde arraigan árboles que se asoman a un abismo de callejones y pedrizas.
Esta tierra fue nuestro primer refugio con cuevas y covachas horadadas, abrigos a pie de farallón que ampararon esperanzas, y ahora nos observan con esa profundidad que otorga la oscuridad sigilosa. Gentes con garras y ambrosía resistieron solanos y hielos de umbría, y encontraron aquí su primer cobijo. Míralo bien, no vaya a ser que algún día sea para nosotros también el último.