Sigamos mapeando. Sobre todo al amanecer, tras una lluvia imprevista, si puede ser. Es entonces cuando asistes al estreno a todo color de un nuevo día, con olor transparente a río Bullaque. El desfile solemne de los álamos va rubricando su curso sosegado. Sobre sus cortezas hay mensajes de amor eterno. Tracemos el mapa del árbol y el amor imperecedero. Sigamos mapeando un otoño tan avanzado que ya apenas pende de las ramas y va alfombrando el suelo. Tracemos el mapamundi de la bruma matinal, el plano del camino que va al río, del puente roto por el torrente, de la ruina rejuvenecida bajo el nuevo sol, de las hojas ocres arrastradas por su destino incierto, del rebaño y su pastor, del sendero que torna al pueblo, de la nube que casi cubre el cielo. En el colegio, unos niños cantan en inglés “Jingle bells, jingle bells, jingle all the way…” Sabréis que he estado aquí, porque he trazado el mapa de todos los caminos, de todos los sonidos, de todos los colores. Sé que volveré… Y no me quiero perder.