Esa labor de 70 años mereció que en 2020 les fuera concedido el Premio Nacional como colaboradores de la Aemet, aunque debido a la pandemia de la covid hasta este miércoles no han recibido la distinción de manos de la subdelegada del Gobierno en Valladolid, Alicia Villar, y el delegado de la Aemet en la Comunidad, Manuel Mora.
La estación pluviométrica de Castromonte, en el Monasterio de Santa Espina, comenzó a registrar datos pluviométricos en 1953, con el hermano Gerardo Antonio Vigil, profesor de la escuela; y una década después, en 1963, el hermano Modesto España inició los registros de las temperaturas diarias.
"Durante todos estos años se han ido sucediendo distintos hermanos y profesores de la Escuela en la tarea de observación atendiendo y enseñando a los alumnos. Hasta 2019 estuvo el hermano Pantaleón Palacios que llevaba con la colaboración desde 2002", han detallado fuentes de la Subdelegación del Gobierno en un comunicado.
Tras su traslado continuó con la labor el hermano Alberto García, profesor que mantuvo el registro diario de los datos hasta el pasado verano, en una tarea compartida con dedicación por todos los hermanos.
Con ese premio, la AEMET "busca reconocer el acto de solidaridad ciudadana, altruismo, dedicación y entrega de estos observadores voluntarios en situaciones de adversidad y su aportación de información de carácter esencial en circunstancias especialmente sensibles. Su trabajo de caracterización del clima, un refuerzo de las capacidades de la propia Agencia, no solo sirve para fortalecer la base de nuestro patrimonio climatológico sino que ayuda a reducir la vulnerabilidad que, frente a una situación de adversidad, supone el desconocimiento climático".
El Premio entregado hoy le fue concedido en 2020 por la labor de la Escuela de Capacitación Agraria La Santa Espina y su estación termopluviométrica de Castromonte, donde los hermanos de La Salle del monasterio preservaron durante años su compromiso climático con la zona.
Esta estación fue reconocida junto con la de Teresa Plaza, en Alcolea de Calatrava (Ciudad Real) y la familia Agulló en Elche (Alicante).
La Agencia Estatal de Meteorología cuenta en Castilla y León con 10 observatorios dotados de personal propio y 93 estaciones automáticas, 163 estaciones pluviométricas y 79 termopluviométricas atendidas por colaboradores voluntarios, lo que da una idea de la dimensión de esta aportación altruista y su importancia en la investigación sobre el cambio climático.
Esta red comenzó a tejerse en 1911 y remite las anotaciones sobre temperaturas y fenómenos meteorológicos al Banco Nacional de Datos Climatológicos, para su procesamiento e interpretación.
En Castilla y León, la estación de Cervera de Pisuerga (Palencia) es la que dispone de la serie más longeva, iniciada en 1912 y con datos hasta la actualidad.
En la provincia de Valladolid, se siguen recibiendo datos de la estación de Geria, cuya serie se inició en 1922, que complementan los que se reciben de las siete estaciones automáticas, 16 pluviométricas y 9 termopluviométricas distribuidas por la provincia.
EFE