¿No os ha pasado que, de repente, os llega una melodía de una vieja canción a la cabeza y no os la podéis quitar de encima en todo el día? ¿Y qué ocurre cuando esa canción la conoces interpretada de diferentes formas a cual más sugerente? A mí me pasa mucho con el tema de hoy, una de las canciones más versionadas de la historia y con más cantidad de “novios” para hacerse con los derechos de autor. Que suene “Hey Joe”… sí, pero ¿por quién?
La mayor parte del planeta asocia “Hey Joe” con Jimi Hendrix ya que fue con él con quien el tema llegó a la fama, sin haber sido su autor y, mucho menos, su primer intérprete en disco. Cuando Hendrix llega a la Inglaterra del 66, que engulle el “Rhythm & Blues” por toneladas, su éxito es tal que nadie pregunta cómo se ha hecho con esa canción que graba en su primer “single”. Cuando, tras años de éxitos todos quieran apuntarse el tanto de haber creado el tema, se producirá una lucha sin cuartel por atribuirse esa joya, aparentemente nacida en el desierto, casi de boca en boca de juglares anónimos en la frontera americana de finales de s.XIX
Porque, como contaba Willy de Ville, cuando afrontó su visión del tema, haciéndolo desde la perspectiva mejicana a base de contundentes mariachis, existían más de setenta versiones fronterizas sobre el amargo episodio del tal Joe que, tras sorprender a su mujer en la cama con otro tipo, le descerraja unos disparos y atribulado por lo que acaba de suceder se larga a México para no ser ajusticiado. La letra, establecida en forma de diálogo entre el tal Joe y algún conocido que lo sorprende, no deja de evitar aquella estética del “far-west” tan conocida por todos. Sin embargo, y a pesar de que podríamos creer que “Hey Joe” pertenece al viejo folklore de la pradera, su registro es mucho menos antiguo, en 1962, cuatro años de que Hendrix la grabara, un tipo llamado Billy Roberts, se certificó como autor de la canción y aunque no la llegó a grabar, sí la cantaba en bares y otros tugurios hacia 1961.
El tal Roberts no era un músico demasiado afamado, pero en la escena californiana de los sesenta, su presencia como telonero de otros grupos todavía en pañales de lo que sería la explosión del 65 le favorecían contactos y podía ser visto por tipos como el luego mítico David Crosby, que se prendó del tema e insistió ante su amigo y colega Roger McGuinn para que “Hey Joe” fuera integrada en el repertorio de los recién formados Byrds que, como Roberts, la cantaron por toda la Costa Oeste, pero no llegaron a grabarla, con lo que fue evidente que alguien se les adelantaría: The Leaves.
Este grupo, que tiene el honor de haber siso el primero en registrar la canción en vinilo, habría escuchado la misma en los bolos de Roberts o los Byrds y les gustó tanto que la hicieron eterna. En el disco de The Leaves la autoría es para un tal Dino Valenti, tipo cercano a la banda y que también cantaba la canción en los cientos de locales del área de los Ángeles y San Francisco. Enterado Roberts, puso el caso en manos de sus abogados y, aunque el juez le dio la razón, Valenti seguía firmándola e incluso otro tipo, un tal John Beck, miembro de The Leaves. El embrollo acabó por arreglarse en los tribunales y la autoría repuesta a su auténtico dueño, pero la grabación seguiría dando que hablar ya que al único disco disponible se unió otro de los Surfaris, una banda que reivindicó la suya como primera grabación lo que provocó que The Leaves hicieran otras dos tomas más y la tercera acabó siendo un éxito en todo EE.UU. al punto de convertirse casi en un “standard” de las actuaciones musicales de 1966 donde grupos que luego llegarían a la cima como Love, Standells, Byrds (finalmente Crosby logró que se grabara aunque ellos no le sacarían mucho) y ya artistas consagrados del “soul” como Wilson Pickett. Por cierto que con Pickett nos la traíamos y llevábamos los amigos adolescentes que frecuentábamos los futbolines de Llopis (calle Juan Bravo) donde había una “juke-box” que contenía, entre otras maravillas, las versiones de Pickett de “Hey Joe” y “Hey Jude” lo que provocaba discusiones de alta erudición de si eran o no sinónimas o quien narices era ese Joe que intentaba quitarle el pastel a Jude… cosas de quinceañeros. Pues bien, bromas aparte, observaréis que en la foto fija de YouTube de la versión de Pickett, aparece un bisoño guitarrista zurdo llamado James Marshall Hendrix, mestizo y destinado a cambiar para siempre la historia de la guitarra eléctrica y no sólo con su primer avance que reinterpretó desde Pickett a The Leaves, sino con su posterior y breve carrera.
Hendrix está a la cabeza de nuestra lista de reproducción, una auténtica carpeta navideña con versiones de Slash (Guns’n Roses) a la guitarra y el legendario Stevie Winwood (Traffic, entre otros) a los teclados y voz. No menos atractiva es la versión mariachi de Willy de Ville, de fabuloso éxito en 1992 y que aporta ese aire fronterizo tan al gusto hispano. La hija de Jane Birkin y Serge Gainsbourg (ya sabéis, los de “Je T’aime, moi non plus”) emula los susurros de su mamá en su intimista versión del clásico. Body Count hizo sus pinitos, demasiado académicos para un homenaje a Hendrix y el resultado se queda en una correcta puesta al día, pero poco más, no así los Byrds (qué joven estaba Crosby en esta grabación) que, a un ritmo frenético devoran en poco más de dos minutos la tragedia de Joe. La ya citada versión de Wilson Pickett precede a la “delicatessen” grabada por el siempre excelente Franco Battiato, pura poesía antes de cerrar el extra de Navidad con dos directos de “gourmets”: Otis Taylor con un fondo de violín impagable y Seal haciéndose guiar por la guitarra sobria y docta de David Gilmour. Pasadlo bien, bebed lo que debáis y comportaos como si no hubierais bebido. Yo haré lo mismo ¡Feliz Navidad!