El inglés

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Son las 01:13 del Viernes, 29 de Marzo del 2024.
El inglés

Katy no acaba de entender por qué los españoles tienen tantos problemas con el inglés, ella cuya vida sería inconcebible sin este idioma.

Katy se levanta muy temprano cada mañana porque pasa bastante tiempo en el cuarto de baño: ducha, cremas, liner de ojos, gloss de labios… En invierno le gusta vestir leggings, blazer y cardigan pero en verano prefiere los shorts combinados con un top corto o jeans muy ajustados, siempre en un estilo elegante con toques entre casual y sport. Trabaja como senior manager para una agencia de consulting especializada en asesorar a holdings financieros nacionales y a una cadena de tiendas duty free. Toda la jornada laboral la pasa pendiente de los mails y, cuando nadie la ve, de loswhatsapps ytwitters. A media mañana toma el snack que ha traído de casa en un tupper y así aguanta hasta el lunch de las dos en el burger de la esquina, aunque ella es más de tomar un sandwich de queso cheddar con bacon y un chorreón de ketchup, ensalada de tomates cherry y refresco light. Al salir de la oficina recoge su coche del parking y va directa al gimnasio para su sesión diaria de fitness bajo la supervisión de un coach especializado en aerobic ystretching. Después hace jogging por el parque con cinco amigas, aunque ella prefiere llamarlo runnning o footing porque suena más coloquial. Regresa a casa y a media tarde entra en el blog de su personal shopper, consulta sus consejos y ocasionalmente queda con ella para hacer un tour por el distrito comercial. También visita webs de últimas tendencias en moda y decoración para estar al tanto de lo más trendy y hacer alguna compra online. Se confiesa una fashion victim y como tal se designa en su perfil de Facebook, donde también inserta links a diferentes tiendas low cost, incluidas algunas de estilo vintage, así como fotos de los artículos adquiridos en el último Black Friday. A eso de las ocho vuelve a reunirse con sus amigas para cenar en un restaurante muy cool que tiene una excelente música ambient y tomar un gin tonic o un dry Martini (el whisky on the rocks era más de la generación de sus padres). Los viernes por la noche encargan catering para cenar en casa, hacen hora hasta la medianoche y salen a un local muy in donde pincha su DJ favorito. Bailan house, techno, trance y todos los hits de moda (ya no tienen edad para las fiestas rave) y acaban a las tantas en un after hours, con ojeras y los tacones en el bolso, jurándose que el próximo weekend organizarán una party en casa, en plan relaxing. Como los años no pasan en balde tiene cita en su esthetic center para hacerse un peeling facial y no descarta aprovechar la oferta que le buzonearon en un flyer para someterse a un lifting que incluye un pack de adelgazamiento express, brackets estéticos, bio-eye antiojeras, masaje organic beauty y una infiltración antiage. Sus amigas, que detestan los piercings (los consideran muy out y se los quitaron hace años), insisten en que se haga un tattoo estilo hipster, aunque ella no acaba de verlo claro desde que leyó que la escena indie tenía los días contados. Los domingos prefiere quedarse en casa para practicar algún hobby, abrir sus chats, hablar por la webcam con los amigos de fuera y ordenar el armario. Le apasionan los deportes acuáticos, incluidos los de riesgo, y su ranking en este ámbito lo presiden el surf, el rafting y el windsurf (acaba de comprarse un kit de snorkel que piensa estrenar las próximas vacaciones). También pertenece a un club de trekking con el que sale a la montaña una vez al mes. De la tele le encantan los reality pero cada vez que se encuentra con unwestern hacezapping.

Katy no ha leído a Shakespeare (tampoco a Cervantes) ni ve películas americanas en versión original porque no las entiende y no soporta leer subtítulos. Katy, bautizada Catalina Sánchez Pérez, es española por los cuatro costados, de ancestros hispanos acaso con algún tinte de sangre judía y mora. Estudió inglés en el colegio y el instituto (aprobaba por los pelos), tiene buena memoria, desparpajo (hay quien lo llama descaro) y maneja con soltura los traductores de Internet. Nunca ha viajado a Gran Bretaña o a los Estados Unidos, ni piensa hacerlo porque su inglés hablado es balbuceante y caótico. En el vestíbulo de su apartamento (ella lo llama loft) hay un cartel donde puede leerse: “Gibraltar español”. 

Juan Felipe Molina Fernández