Resurrección

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Son las 21:21 del Jueves, 25 de Abril del 2024.
Resurrección

Esta primavera la naturaleza volverá a romper el capullo tras su letargo invernal y la vida resurgirá esplendorosa desde las cenizas de la oscuridad. El día en que al salir de la ducha sientas un picor en la piel y en tu nariz se desate ese cosquilleo al contacto con el aire tibio, sabrás que la nueva estación ha hecho trizas el invierno.  Prepara entonces tu cuerpo con esmero y haz que tu mente esté alerta, pues la primavera vendrá cargada de pólenes, alergias, astenia, promesas, y elecciones.

Ignoramos su resultado pero sabemos que existe un ruido de fondo en la sociedad española cuyas consecuencias aún no acabamos de vislumbrar. La indignación ciudadana que se ha ido cociendo a fuego lento durante más de un lustro está lista para salir de los fogones y, entre otras evidencias, ya ha hecho levantarse de sus tumbas algunos cadáveres en cuyas lápidas se habían borrado las inscripciones. Ahora estos muertos vivientes se han convertido en un producto vendible para quienes no asistieron a su funeral porque aún no habían nacido, así como para los nostálgicos del paraíso revolucionario que los han estado velando durante décadas. También han sido enviados al frigorífico algunos notables de uno y otro lado de la escena política, de forma simultánea a la descongelación apresurada de ciertos rostros emblemáticos que estaban retirados de la circulación pero reclamaban no haber cumplido su fecha de caducidad. Quien más quien menos se viste hoy a la moda de la nueva temporada primaveral y se maquilla con un brillo entre lo contestatario, la efervescente abjuración del sistema, el cambio de tendencia, la rebeldía contra el líder y la egolatría desenfundada. Y como el escenario político es amplio, asimismo han surgido erupciones visibles sobre la epidermis social que podrían corresponder a un mero sarpullido estacional, a un rejuvenecimiento cutáneo o a una alteración profunda del tejido subyacente que acabará engendrando un nuevo orden.

Mientras el ciudadano asiste al espectáculo sin saber si su descontento va a servir para cambiar algo o si la insatisfacción ya ha sido puesta a buen recaudo antes de ganar las elecciones. No existe mejor antídoto para neutralizar la rabia popular que captar los mensajes del foro, aprovecharlos para trenzar tejidos reciclados y envolverse con ellos en la plaza pública a modo de capote de paseo. Confiamos en la inteligencia y en la sensatez del pueblo, así como en la buena cosecha de políticos honestos, capaces y bienintencionados, pero en esta época de marketing, propaganda, fuegos artificiales y disimulo es fácil que te den gato por liebre sin haberte enterado de si el plato deconstruido que acabas de pagar era alta cocina o comida basura.

La resurrección prometida para esta primavera española tiene visos de alargarse hasta casi entrado el invierno. Tal vez para entonces ya conozcamos la verdadera dimensión y las consecuencias de la herida que esta crisis ha ido abriendo con su bisturí de cirujano perverso. La prioridad absoluta en casos de emergencia consiste en detener la hemorragia, atajar la infección, evitar la gangrena y aplicar una sutura resistente, así como concederle tiempo y medicamentos al tejido colectivo para recomponerse, una vez se haya reactivado la respuesta autoinmune frente el desaliento, la degeneración y el colapso. Será bueno cerrar esta herida cuanto antes y detenerse luego a contemplar la cicatriz de cuando en cuando, como recordatorio no ya de un mal trance, sino como evidencia y señal de una victoria: el triunfo de la potencia social de este país frente a los poderes empeñados en tumbarla.

En lo visible, es muy probable que esta primavera continuemos asistiendo al duelo a garrotazos entre contrincantes enterrados hasta las rodillas. A pesar de ello, debemos seguir creyendo, como el buen jardinero, en el poder revitalizador de los deshechos. Y haremos bien en conservar la esperanza de que, tras la hecatombe, los restos del desastre abonarán el crecimiento de una nueva vida fortalecida. Pues ojalá el inmenso vertedero producido por la crisis guarde en su interior nutrientes, sustrato y semillas capaces de hacer florecer un nuevo y más vigoroso jardín, libre de las malas hierbas y los vicios del pasado.  

Juan Felipe Molina Fernández
Fotografía de Guillermo Molina Fuentes