Carta de Lucifer a Antonio

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Son las 23:50 del Jueves, 25 de Abril del 2024.
Carta de Lucifer a Antonio
¡Hola Pringao!
No he vuelto a saber de ti desde hace casi un año. ¿Te acuerdas?... Empezaba ya a entreverse la florida primavera, cuando estalló la Pandemia del Coronavirus en tu país. Eso sí, los contagios llevaban ya meses campando por allí a sus anchas, pero como no os enteráis de nada… ¿Cómo se llama tu país, por cierto? Iberia… Hispania. No sé. Nunca me acuerdo. ¡Es igual! Si total, todos los países de ese planetucho vienen a ser más o menos la misma porquería, con idéntico porcentaje de gentuza. Será por eso que todos me fascinan por igual. Me siento en la Tierra un tanto apátrida en este sentido. Y a gusto, ¿a qué negarlo?
Bueno, bueno… ¡Sí hombre! Aquella carta que dirigiste al Otro y a Mí a la vez, en marzo del año pasado: https://www.facebook.com/antonio.carmonamarquez/posts/1949493548518964. El Otro, o sea, Dios ni te habrá contestado. Es la historia de siempre: “mucho te quiero perrito, pero pan poquito”. Para que luego vayáis por ahí hablando mal de mí. Yo al menos te contesto, aunque solo sea para hacerte saber que no tengo absolutamente nada que ver con estas calamidades que están ocurriendo. ¡Ya quisiera yo! Y para mí que Dios tampoco. Más bien parece que esto de la pandemia os lo habéis buscado vosotros solitos, como casi todos los desastres que tan amargamente padecéis a lo largo de vuestra triste historia. A este paso me dejáis sin trabajo y mira que El Jefe, que está en los Cielos, no es de esos que te hacen un ERTE laboral, ya te digo.
Pero no pierdas la esperanza… O piérdela. ¡A mí qué coño me importa! Parece que los científicos, esos seres —también humanos— que creen saber algo, han encontrado la solución en forma de vacuna. ¡Menudos personajes! Aquí viene que ni pintada la fracesita aquella de “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Tú ten mucho cuidado con las vacunas. Mira que las vacunas las cargo YO. Aunque si estás decidido a ponértela, hazlo cuanto antes. No se te ocurra esperar tu turno, que igual mueres en el intento. Hay mil maneras de colarse: aduce una enfermedad crónica, ten jeta, miente, hazte la víctima, busca un cuñao que trabaje en Sanidad y te la pueda proporcionar… Ya sé que no me vas a hacer caso. Si hay algo crónico en ti es tu estatus de pringao dentro del marco social en que te ha tocado vivir.
Te despediste en tu carta de marzo vendiendo tu alma al mejor postor. Tranquilo, tu alma no me sirve a mí ni para envolver bocadillos. Que se la quede el Otro, si es que la quiere para algo. Aunque tampoco creo que lo haga, la verdad. ¡Ay!, qué gracia me hacen esos biempensantes convencidos de que algo o alguien custodia su bienestar. JAJAJAJAJA. Si supieran…. Pues nada más por hoy. Con el sincero deseo de que te siente mal la cena y que las cosas te vayan a peor, recibe, como siempre, mi más absoluto desprecio. ¡Que te den!
Antonio Carmona