Mal camino llevamos

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Son las 12:49 del Martes, 23 de Abril del 2024.
Mal camino llevamos
Siempre ha habido excitación y sobresaltos en el individuo y en la sociedad. El universo que va hacia delante va excitado, no sabemos cómo va el universo que retrocede; de todas formas, la excitación siempre forma parte de la acción, o al revés, nos ha permitido avanzar a los humanos en múltiples aspectos.
Sin embargo, lo que ocurre ahora en el sistema capitalista moderno ya no es normal excitación, es, simplemente, una sinvergonzonería, un desmadre sin límites por enriquecerse de cualquier manera.
Es cierto que, desde siempre, el capitalismo nos ha puesto un "aliguí" encima de la sociedad y el individuo y todos saltamos para alcanzarlo y poseer más que tenemos. La mayor cualidad del capitalismo no es que sea dinámico, competitivo o exigente, es que sabe crear en los individuos cada vez más necesidad.
Al principio, la necesidad de las masas fue comer, vestir, encontrar un techo donde cobijarse y malmantener una familia. Todo estaba pactado y los límites claros, y ahí estaba el poder y el integrismo religioso para corregir cualquier exceso, que no fuera el exceso de ellos.
La sociedad de ahora es una gran tarta para incitar a la desigualdad, a la inmoralidad, a la desvergüenza, a la ambición desmedida.
Para compensar la elevación de los precios, los altos cargos de algunas empresas de la Bolsa española se suben los sueldos en cantidades que dan bochorno.
En plena Pandemia, algunas administraciones permiten comisiones millonarias a personas sin cualificación para conseguir el imprescindible material sanitario. Creo que con la guerra y la droga es el mayor de los delitos. ¿Para qué está la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas, tan exigente en todos los casos?
Los directivos del fútbol con acuerdos de comisiones millonarias en países donde no se respetan los mínimos derechos humanos. Y menos mal que no han pillado a la monarquía emérita, porque, si no, nuestro Rey hubiera tenido otro problema añadido, sin comerlo ni beberlo.
Los capos de la droga y de las mafias campando por doquier, por cada capo que se encierra surgen quince mejor preparados. Nadie sabe el daño que produce la droga más que los padres. De mi època de alcalde recuerdo a menudo a la Asociación de Madres y Padres de Hijos Drogadictos, a Justina y aquel grupo de madres, agotadas por el dolor y la impotencia, viendo como se autodestruían sus hijos, como delinquían sin ser delincuentes, cómo agredían a sus padres para conseguir dinero siendo buenos hijos. Y, sin embargo, la sociedad lo ha ido permitiendo sin aplicar la condena perpetua que es lo único que hubiera hecho meditar a los capos.
Esta sociedad debe seguir siendo libre y democrática, pero algo o alguien debe poner coto a tanta podedumbre. Dentro de la libertad debe haber un respeto y un orden que se ha perdido. Dentro de la democracia debe elegirse al más capaz y honrado, y no al que tenga más labia o más poder. Recuerdo cuando se presentó Iker Casillas para poner orden en la Federación de Fútbol y el poder político se puso a favor del que había, otro gallo le hubiera cantado al fútbol español.
Dice el flamante líder del Partido Popular refiriéndose a uno de los asuntos que es cosa de "pillos". No es cosa de pillos, es cosa de criminales sociales y así hay que tratarlos.
España tiene una gran historia y no puede terminar siendo un estercolero de corral antiguo, donde una mierda iba tapando a otra mierda. Ahora, después del fútbol surgirá otra lamentable historia que nos tendrá a todos sumidos en lo asqueroso, en lo banal.
España tiene que dedicarse a formar en el respeto, en la igualdad, en la generosidad con el otro, en capacitar para el mundo tecnológico, en la ciencia. Tenemos dos caminos: decicarnos a la juerga, al fútbol, a los toros, al carnaval continuo que el capitalismo nos ofrece para atontarnos, sea civil o religioso, o al trabajo bien hecho, a la responsabilidad, a la ciencia para progresar, a la investigación para curar cada vez más enfermedades, a crear fuentes de riqueza y energía.
Este camino ha fracasado, emprendamos otro o estaremos perdidos sin remisión.
 
  Casimiro Sánchez Calderón 
Presidente de Honor del Partido Ibérico Íber