El hambre emocional, o “cuando nos hacemos un bocadillo de ansiedad”

Según Virginia Parrado “hay personas a las que les cuesta discernir dónde acaba el apetito, es decir, el hambre física y donde empieza la ansiedad. A este tipo de “hambre” se la conoce como hambre emocional, y se trataría de la tendencia, a veces compulsiva, de comer ante situaciones de ansiedad que tienen que ver con duda e incertidumbre: estaríamos hablando de una incapacidad para lidiar con nuestras emociones negativas, que desembocaría en el establecimiento del hábito de comer cuando nos sentimos mal”.

Para combatir el hábito de comer para aliviar la ansiedad “podemos poner en práctica masticar despacio, beber agua, comer sentados, o consumir preferentemente alimentos muy sabrosos pero saludables como pueden ser los boquerones,  los pepinillos en vinagre o las berenjenas entre otros”.

Cuando los síntomas son más serios, “es recomendable un tratamiento combinado y multidisciplinar, con endocrinólogo, nutricionista, psicólogo y, a veces, psiquiatra. Buscar el problema subyacente y solucionarlo”.

Fuente: La Voz de Puertollano