“Sin duda, el suicidio es una de las causas de muerte más estigmatizadas que existen en nuestra sociedad, siendo el tabú social que lo envuelve, el responsable del sepulcral silencio que ensordece tanto a las esferas institucionales, como a las más íntimas, obligando a los sobrevivientes del suicidio consumado de un familiar, a llevar un duelo doblemente doloroso, primeramente, por la pérdida abrupta de su ser querido, y a posteriori por el estigma que socialmente se le ha otorgado al suicidio”, explica Virginia Parrado.
Pese a todo, “España no dispone de un Plan Nacional de Intervención y Prevención contra el Suicidio, que pueda hacer frente a este drama de salud y social”.
Este plan supondría “programas de formación a los profesionales de la salud y a todos aquellos que acompañen a personas con riesgo de suicidio o a sus familiares, como psiquiatras, psicólogos, médicos, enfermeros, policía y guardia civil; más recursos de atención específica en el ámbito de la salud y crear un observatorio nacional que contabilice las personas que hayan cometido una tentativa de suicidio, ya que las tentativas son un gran indicador de riesgo por perfeccionamiento de la técnica”.
“Es un gran error tachar de cobarde o egoísta a cualquier persona que haya perdido la vida de esta trágica manera, pues la realidad es que no supieron encontrar otra solución a su sufrimiento”, asegura la psicóloga.
Los expertos en suicidio siempre resaltan que, en el fondo, una persona que piensa en el suicidio, es alguien que quiere vivir y no sabe cómo hacerlo.
Fuente: La Voz de Puertollano