Uno de los decretos insta a las personas más jóvenes a que eviten la realización de comportamientos que puedan implicar un aumento exponencial del riesgo de contagio, al tener como origen, por ejemplo, grandes concentraciones de personas en torno al consumo de bebidas alcohólicas en espacios públicos. El segundo de ellos prohíbe la venta de alcohol en todos los establecimientos, incluidas las tiendas de conveniencia desde las 22 horas y hasta las 7 de la mañana (Reportaje en archivo/podcast adjunto).
Por seguridad
Las medidas tomadas por el consistorio de la ciudad minera para evitar rebrotes de coronavirus han sido bien recibidas tanto por los jóvenes como por las familias de estos. Es así como los más afectados por las decisiones tomadas por alcaldía ven con buenos ojos las medidas, puesto que saben con mucha seguridad que si estas medidas no se hubieran tomado, muchos jóvenes se habrían reunido clandestinamente los sábados por la noche en el caminillo, provocando un aumento considerable de casos de coronavirus y, por ende, convirtiendo la ciudad en foco de contagio. “Muchísima gente cuando queda en los bares y en las casas con sus amigos se quita las mascarillas nada más llegar y no respetan las distancias de seguridad, convirtiendo el espacio en un lugar bastante peligroso”, ha explicado el veinteañero Daniel G a Cope Puertollano.
Tanto los adultos como los jóvenes que se han ofrecido a aportar su opinión a este diario consideran que toda la ciudadanía debería cumplir sin excusas las normas impuestas, incluyendo a un gran número de adultos de variadas edades que, sobre todo cuando se reúnen, hacen caso omiso a las numerosas restricciones. “Hay muchísima gente irresponsable, pero no solo jóvenes, sino también adultos y personas mayores”, ha comentado una joven a este medio.
Y si no hay caminillo...
La rutina veraniega de los jóvenes ha cambiado desde que el coronavirus está presente en la vida diaria. Los amigos de siempre se siguen reuniendo, lo que ocurre es que ya no lo hacen en el camino oscuro de tierra aledaño a la ermita de la Virgen de Gracia, sino que consumen en las terrazas de los céntricos bares y en las propias viviendas y casas de campo de las que alguno es dueño. “Ahora en vez de hacer el botellón en el caminillo nos vamos a bares de copas”, ha desvelado Carmen S.
De hecho, por extraño que pueda parecer, muchos jóvenes no van a echar demasiado de menos el caminillo, puesto que ya han encontrado nuevas formas de divertirse, mientras que para otros va a ser complicado afrontar un verano en el que las relaciones sociales se van a ver mermadas. “Que no haya caminillo este verano supone disminuir la relación con toda la gente conocida, ya que normalmente te encuentras con mucha gente con la que te gusta hablar y pasar el rato, a pesar de no salir con ellos con asiduidad”, ha comentado Daniel G .
Botellón versus guateque
Los jóvenes quieren hacer ver a los adultos que acudir los sábados por la noche al caminillo no supone emborracharse hasta perder el conocimiento, ya que algunos nos han confesado que han ido muchas veces al botellón y no han bebido apenas nada. En realidad, para ellos la magia del botellón radica en poder reunirse en un lugar en el que confluyen casi todos los grupos de amigos de la ciudad, ya que además de encontrarse con conocidos que hace bastante tiempo que no ven, muchos también aprovechan para poner en práctica sus tácticas de ligue. “El botellón sirve para relacionarte con más gente y para juntarte con tus amigos, no solo para beber, puesto que yo muchas veces he ido y no he probado el alcohol”, ha explicado Marta T.
Los padres de los jóvenes cuando tenían la edad de sus hijos también salían e iban a las discotecas de moda con su pandilla de amigos, se reunían en la casa de alguno de ellos, daban una vuelta por el paseo e incluso iban a guateques. Ellos también han sido jóvenes y, aun habiendo pasado más de treinta años, es cierto que las cosas no han cambiado tanto como parece. “Había guateques en casa de los amigos, íbamos a terrazas y nos juntábamos en el paseo”, ha comentado Ana S. a este medio.
La mayor parte de los padres de los jóvenes no ven con malos ojos que sus hijos acudan al botellón mientras no desfasen y beban con conocimiento de causa, puesto que saben que sus hijos se aglomeran allí con el fin de divertirse y pasarlo bien con sus amigos y conocidos. “No veo ni bien ni mal ir al caminillo, ya que es una forma más de socializar y conocer gente nueva, aunque a veces conlleva connotaciones negativas”, ha confesado Carlos G a este diario.
Por otro lado, hay adultos que discrepan y no entienden en absoluto las nuevas formas de relacionarse de los jóvenes de ahora, ya que piensan que los adolescentes solo se juntan para beber alcohol. “En mi época nos lo pasábamos muy bien en las discotecas y no teníamos esa necesidad de beber tanto. Realmente no entiendo el botellón ni esa forma de juntarse solo para hartarse de beber”, ha afirmado Manuela S.
Sin embargo y aunque la mayor parte de los adultos aprueba el caminillo, todos propondrían alguna alternativa a esta manera de relacionarse. Entre las ideas de los entrevistados se encuentran la ampliación de las terrazas o la bajada de los precios de las bebidas alcohólicas para que los jóvenes no tengan que barajar la opción de reunirse en los extrarradios, además de la puesta en marcha de actividades culturales de ocio al aire libre como conciertos o competiciones deportivas. “Los ayuntamientos deberían pensar algo para que los jóvenes se entretuvieran de otra manera, como fomentar el teatro, el cine y los espectáculos al aire libre”, ha comentado Manuela S. (Escucha aquí abajo Audio/podcast Reportaje)
Clara García Sillero
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