Tras la última campanada, miles de familias de Puertollano se abrazan con la esperanza de dar la bienvenida a un gran año, no obstante nadie podía saber lo que traería consigo el 2020, al igual que hace un siglo nadie se esperaba la tragedia de 1918 –la mal llamada gripe española- y sus dos años posteriores. (Podcast de audio en archivo adjunto).
La pandemia de “gripe” que asoló el siglo pasado todos los países del mundo, se llevó la vida de aproximadamente 25 millones de personas, (aunque algunos historiadores duplican incluso la cifra de muertos) pero… ¿Sabías que España fue uno de los países más afectados y que en Puertollano la incidencia del virus pasó de un 3 % a un 274 %?
Hasta el momento en el que llegó la pandemia de gripe, la ciudad de Puertollano contaba con 10.000 habitantes, no obstante, las 25 minas que se encontraban operativas en 1918 atrajeron a cientos de trabajadores que buscaban un futuro próspero para sus familias, lo que dobló la cifra de vecinos censados y las especulaciones…
Según ha indicado a esta redacción el director del archivo municipal del Ayuntamiento de Puertollano Luis Fernando Ramírez Madrid (reportaje de audio que se puede escuchar en el archivo/podcast adjunto), las especulaciones fueron a más en un contexto en el que la falta de información por parte de la prensa de la época y el analfabetismo estaban a la orden del día. Es así como muchos vecinos llegaron a pensar, entre otras cosas, que “los rayos ultravioletas del sol provocaban el virus”. Ante estas especulaciones, el alcalde de Puertollano tuvo que ordenar una serie de medidas para frenar los contagios y la histeria colectiva.
Las autoridades rociaron la ciudad con zotal, unos “polvos desinfectantes muy eficaces”, prohibieron que se construyeran pozos, ya que constituían un gran foco de infección, pero muchos vecinos no tomaron esta medida en cuenta y es así como, quince años después, la Fuente Agria se secó. Además, para evitar alarmar a la población, las campanas de las iglesias dejaron de doblar cuando una persona fallecía en la ciudad.
En España, se regularizó el uso de mascarillas, se contrataron médicos que realizaban su trabajo en las estaciones de ferrocarril, se llamó a la población a evitar aglomeraciones, se prohibieron las verbenas, se prohibió rebuscar en la basura y escupir, se impuso un cordón sanitario entre ciudades, países, puertos, etc., las escuelas se cerraron, al igual que Correos y con ello la prensa paralizó su distribución. No obstante, muchas de las medidas no se llevaron a cabo o no se cumplieron.
Entre tanto, una segunda oleada del virus atacó gravemente a toda la población, aumentando la incidencia de la enfermedad en Puertollano, que pasó de un 3% al 274%. La enfermedad se consideró leve, pero nada más lejos de la realidad, puesto que afectó en mayor medida a la gente joven menor de 40 años debido a la ausencia de anticuerpos en su organismo.
El hacinamiento de los hogares, la dinámica demográfica, los bajos sueldos, el aumento en un 70% de los productos alimenticios de primera necesidad… ayudaban, entre otras cosas, a elevar de forma exponencial las tasas de mortalidad. Con este escenario, la aparición de la gripe española constituye la última trágica expresión de una plaga global.
Dejando de lado los cien años de diferencia, las similitudes con la actual pandemia son abrumadoras. Las medidas tomadas, la desobediencia de algunas personas, la agónica espera de los familiares que no veían enterrados a sus seres queridos, la señalización con el dedo a aquellas personas que venían de otros lugares, la prohibición de fiestas y verbenas, que a escondidas muchos celebraban, además de los síntomas que presentaban los infectados, entre los que se encontraban el rey, el presidente del gobierno y varios ministros de la época. Al igual que en aquella época, la actual pandemia de coronavirus ha afectado indiscriminadamente a muchos y diversos sectores de la población.
Los primeros síntomas fueron cefaleas, fiebre, cansancio, dolores musculares, hemorragias nasales y vómitos ocasionales. Los pulmones debían estar sanos para poder superar con éxito la enfermedad, ya que aquella persona a la que se le desarrollaba una hemorragia pulmonar tenía pocas oportunidades de salir con vida de la enfermedad. Los síntomas tenían un gran parecido con los de un proceso gripal, tal y como viene sucediendo con el actual COVID-19.
“La historia se repite cien años después. La sociedad avanza, pero el ser humano se comporta de la misma forma que hace un siglo. Se han cometido muchos errores que bien se podrían haber evitado si las instituciones hubiesen mirado al pasado y a la historia. Solo cabe esperar que los efectos de segundas oleadas no se repliquen en la misma medida que hace cien años, en nuestra mano está”, explica a este medio Luis Fernando Ramírez Madrid, director de la biblioteca y del archivo de Puertollano.
El Puertollano de entonces
La ciudad de Puertollano recibió en la década de los años diez del siglo pasado una enorme cantidad de nuevos vecinos debido a la explotación de las minas de carbón. Las familias, provenientes de muchos lugares de la geografía española, se instalaban en una ciudad que en tan sólo ocho años vio doblado su número de habitantes, pasando de 10.000 en 1910 a 20.000 en 1918, por lo que Puertollano llegó a tener más población que muchas capitales de provincia españolas.
En el año que comenzó la pandemia, Puertollano contaba con 25 minas, de las cuales las tres cuartas partes eran explotadas por la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya. El próspero negocio minero se debía, en parte, a las excepcionales circunstancias creadas por la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El carbón era un mineral necesario para los países en guerra y las minas de Puertollano ayudaban a suministrarlo. Distintos personajes pertenecientes a linajes acaudalados administraban y explotaban las minas de la ciudad, como el Conde de Valmaseda, dueño del coto hullero de Nuestra Señora de Lourdes, la última mina de galería que se cerró en Puertollano.
Fueron unos años, entre 1914 y 1920, en los que se canalizó el río Ojailén, se construyeron varias vías de ferrocarril entre la mina de Asdrúbal y la de Argüelles, entre la Extranjera y María Isabel, y un segundo enlace con el lavadero central de carbón, situado en las inmediaciones de la reciente mina de Encasur. Además, cruzaba Puertollano una vía estrecha que se extendía desde Asdrúbal hasta la calle el Muelle, pasando por la calle del Convento.
En 1918, la producción de carbón de Puertollano ascendía ya a un millón de toneladas anuales y daba trabajo a unos 5.000 operarios. Además, un año antes, la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya había construido una destilería de pizarras bituminosas, la cual permitió obtener diferentes productos derivados del petróleo.
La pandemia de gripe coincidió con la expansión de Puertollano, así que fue en 1918 y con el virus encima cuando comenzó a construirse el edificio del Gran Teatro de Puertollano, un lugar con historia que fue inaugurado en las fiestas de mayo de 1920 y derruido 62 años después, coincidiendo con el inicio de la democracia.
Redacción: Clara García Sillero
Reportaje de audio: Clara García Sillero / Rocío Rosa Peña / Juan Manuel Romero
Bibliografía de autores: Luis Fernando Ramírez Madrid, Francisco Gascón Bueno, Mariano Mondéjar Soto, Ángel Hernández Sobrino y Luis Pizarro Ruiz