El primer edificio, construido con el liderazgo indiscutible de un grupo de Antiguos Alumnos y que hizo funciones de aula, capilla y comunidad, se mantiene hoy en pie y corresponde al edificio donde se ubican las aulas de Educación Primaria.
Desde entonces hasta hoy, numerosos esfuerzos de salesianos, seglares y colaboradores han permitido completar las instalaciones para albergar el Colegio San Juan Bosco y el resto de los ambientes de la Obra Salesiana: la Parroquia de María Auxiliadora, los diversos grupos de la Familia Salesiana ( Hogares D. Bosco, Antiguos Alumnos, Salesianos Cooperadores, Asociación de María Auxiliadora), el Centro Juvenil PuertoBosco, el grupo Scout Bosco,el Centro Pinardi o el Centro de atención a la familia y a la adolescencia Cabria.
Según escribieron los historiadores Miguel Fernando Gómez Vozmediano y Herminio Sobrino López en el 2003 en el libro “Los salesianos en Puertollano”, la presencia de la Congregación salesiana en Puertollano es un sueño hecho realidad gracias al empeño de unos Antiguos Alumnos del Colegio Sagrado Corazón de Carabanchel Alto de Madrid. En este colegio salesiano coincidieron el comerciante Manuel León, y el profesor de instituto Tomás García de la Santa, además del , influyente médico y cirujano de la Empresa Calvo Sotelo Alfonso Cimadevilla Reinoso , el terrateniente latifundista Pedro Municio Berastegui y los abogados y notarios Laureano Velasco Márquez y Manuel Ocaña Martínez. Todos pusieron su afán para que la presencia de los salesianos fuera una realidad en Puertollano, aunque fue Manuel León quien influyó en mayor medida para que todas las gestiones iniciadas tras la llegada de los primeros salesianos a Puertollano prosperaran y consolidaran su asentamiento en Puertollano en favor del servicio educativo integral de miles de alumnos y alumnas que en estos 70 años han pasado por el centro.
El primer edificio estaba conformado por un pabellón de 70 x 11,60 metros y dos plantas en el barrio obrero de Santa Ana, en el paraje conocido como Huerta Patón. Eran seis aulas de enseñanza primaria para 200 alumnos, teatro, capilla y unas modestas habitaciones donde debía residir la Comunidad.
Los salesianos pioneros que se harían cargo del centro fueron el director Santiago Ibáñez, el coadjutor salesiano José Pérez y Antonio que se encargaría de las labores de portero. Días más tarde se incorporarían el sacerdote Jesús Morán,, el clérigo trienal Clarencio García y el seglar Zacarías Mateos para atender la cocina y la residencia.
La obra realizada hasta entonces había supuesto una inversión de 1.350.000 ptas, mientras que las subvenciones oficiales y donativos privados solo ascendían a 500.000 ptas, habiéndose logrado un crédito bancario con garantía personal por otras 550.000 ptas, por los que las deudas contraídas se elevaban a 300.000 ptas. La empresa Calvo Sotelo, las concesiones mineras de la época el Ayuntamiento, la Diputación y toda la sociedad puertollanense, inducidos en sus primeros pasos por los medios de comunicación de la época, la emisora de Radio Popular y el diario Lanza, propiciaron la evolución del Centro hasta llegar a lo que hoy día conocemos como Familia salesiana.
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