Reflexiones pandémicas I: « Un acto de amor »

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Son las 22:57 del Viernes, 19 de Abril del 2024.
Reflexiones pandémicas I: « Un acto de amor »

Ocurrió en el box de urgencias del hospital suizo donde Pilar, emigrante española de 78 años, yacía casi sin el aliento de sus últimos estertores antes de iniciar un viaje sin retorno. Sola y coronada del satánico viral que la mantendría en ese momento y para siempre lejos de los suyos, de su familia y de su patria.

En ese momento el virus con corona asistió perplejo a la aparición de un médico intensivista e hipnoterapeuta. Este, testigo de la lucha de Pilar conectada a su respirador le dijo:

-Pilar, ¿dónde te gustaría estar ahora?

-En España, -dijo ella con voz serena y entrecortada-  en la playa de mi pueblo mirando al mar, con los pies entre la arena mojada y los rayos del sol sobre mi cara.

-Quédate ahí Pilar, sin esfuerzo, naturalmente. Tan natural como el placer y la calma que puedes sentir en este momento…

Pilar empezó a respirar al ritmo de su palabra que se apagaba lentamente. Su cara reflejaba la alegría del reencuentro… Ángel se marchó para ocuparse de otro paciente. Dos horas después Pilar ya no estaba. Partió, en su muerte, a vivir con un placer inusitado el viejo sueño del emigrante retornando al hogar que le vio nacer. ¿Se puede esperar más?

Fue un Ángel sin corona, de bata blanca, con un gesto clínico técnicamente perfecto y humanamente sublime que no la sacó del trance hipnótico sino que la dejó ir muriendo en esa reconocida realidad.  

El gesto de Ángel representa a los auxiliares de clínica, a los enfermeros y a los médicos que trabajan en estos infernales momentos reflejandola grandeza y la nobleza de este oficio tan generoso y cuando lo que se hace se convierte en un acto de Amor

 

                                                                         Ilustración: Miguel López Alcobendas

 

A Petra Vayne, médica

A Sara Giner y Ana Romero enfermeras

A María Magro, auxiliar

Miguel Marset