Soberbia vs Orgullo

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Son las 18:01 del Jueves, 25 de Abril del 2024.
Soberbia vs Orgullo
                                                                                                                                                 “La victoria es por naturaleza insolente y arrogante”      
                                                                                                                                                                                                                     Cicerón
 

 

 

Decia mi gran amigo que la miseria es muy mala compañera que “no es buena ni para con ella misma”. Esto es lo que pienso yo de la soberbia, un sentimiento de superioridad que genera un trato distante y despreciativo para con el otro, ninguneándolo.

                La soberbia desplegada en el terreno de juego por muchos equipos que se sienten superiores    provoca un trato arrogante hacia el adversario que no consigue más que estimular su espíritu de lucha y motivación hacia la victoria. De este modo el triunfo se convierte en un sueño más que en  una obligación. Cuando se esta acostumbrado al éxito los partidos se ganan antes de jugarlos pero cuando el éxito es fugáz, este, tiene mucho más valor. La prensa y los directivos encienden el ambiente para embriagar a la afición y a los jugadores de la sensación de victoria que aún no se ha conseguido.

            La soberbia se aproxima al orgullo. Ambos, siendo sentimientos de valoración de uno mismo por encima de los demás son propiamente sinónimos aunque tienen connotaciones que los diferencian. El orgullo es apreciado cuando surge de causas nobles o virtudes, mientras que la soberbia se basa en la satisfacción de la propia vanidad. La soberbia estaría más relacionada con el que está acostumbrado al éxito y el orgullo más relacionado con el, en teoría, más débil.

                  En teoría, el equipo mejor por calidad de los jugadores, estadísticas, etc tiene que demostrarlo en el terreno de juego. En un partido de futbol podemos distinguir dos momentos: el antes del encuentro y en el terreno de juego. Estos son dos momentos del mismo partido que requieren estrategias diferenciadas ya que los dos son fuentes de pasión. Sin embargo, como “el que rie el último, rie mejor”, lo que cuenta, es el resultado final.

                Esto es lo que ha pasado en la presente liga de campeones de futbol con la eliminación de los equipos españoles. La pretendida mejor liga del mundo se vio ampliamente sobrepasada por la más competitiva. Los equipos ingleses se clasificaron no solo por ser los mejores sino porque no eran los favoritos. De este modo cedieron toda la presión al adversario. Estos, sin embargo se la quitaron también pero no con juego y empuje sino con la parsimonia o tranquilidad ceremoniosa de los que se saben ganadores de antemano. ¡Craso error!

                Nadie podría apostar que tras un 2-0 en el Metropolitano, la Juventus remontaría brillantemente el resultado contra el equipo más defensivo del mundo. Y encima, Simeone exhibiendo sus atributos como arma letal de su rácano juego. La imagen de Ronaldo rematando y arrollando a JuanFran en el primer gol resume lo que fue todo el partido y no necesita más comentarios.

                ¿Habrá algún madridista que no haya sentido vergüenza ajena con la prepotencia exhibida por el autoproclamado mejor central del mundo?: Provoca una tarjeta (y van dos) y encima lo pregona llevándose un castigo ejemplar y poniéndo a su equipo en clara inferioridad de condiciones para el partido de vuelta. Se le pasó por encima que en el partido de ida a pesar del buen resultado, el Ajax fue mejor. ¿Se puede ser más ingenuo? El Ajax, cargado de energía, ilusión y con la convicción de que “hasta el rabo todo es toro”  ganó justamente la eliminatoria contra todo pronóstico.

                Le faltó tiempo a Bertomeu para llamar a su apalabrada próxima estrella del Ajax, De Ligt, para felicitarle por la eliminación del Real Madrid. Como si hubiesen sido ellos mismos. Ya se veían en la final de Madrid ganando “la codiciada orejona” de la que Messi se había encaprichado. ¡Quien los vería venciendo al Ajax en el Metropilitano “sin bajarse del autobús” y festejándolo nada menos que en Cibeles! Demasiado bonito para la realidad. Un sueño orgásmico para todo culé que se precie. Pero bueno, ¿no les parece esto, ya que hablamos de dios, una herejía? Es como si la diosa misma les hubiese castigado para evitar esta humillación. Allí estaban Totenham y Liverpool para impedirlo. El primero dirigido por un reputado perico y merengue Mauricio Pocchetino y el segundo que tras recibir tres goles en el partido de ida fue capaz de arrollar a un Barça disfrazado de fantasma en pena. El cuarto gol del Liverpool fue un chiste salido de la peor de las pesadillas donde la defensa, otrora inexpulnable, hizo un ridículo sin precedentes.

                Se puede ser el mejor siendo humilde. Así España fue el mejor equipo del mundo durante una década exhibiendo el orgullo que Luis Aragonés le inculcó en la Eurocopa de 2008 y que Vicente Del Bosque supo dar continuidad en 2010 y en 2012 contando con una generación elegante de jugadores única e irrepetible. Sin embargo en el mundial de Rusia le hundió la soberbia, pretendiendo ganar solo con el nombre y unas estrellas en extinción.

                En fin, no solo fue el buen juego quien propició la final inglesa de la liga de campeones sino el orgullo exhibido ante la inoperancia por “prepotencia” de los equipos españoles. Tanto Valverde, Simeone o Solari se dejaron llevar por la fuerza de la inercia del partido de ida, exibiendo una soberbia que les llevó a una justa derrota siendo además incapaces de corregir durante el partido la actitud de unas estrellas en estado catatónico.

                A buen entendedor…

Miguel Marset