Epílogo: Identidad de Puertollano

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Son las 16:57 del Lunes, 13 de Enero del 2025.
Epílogo: Identidad de Puertollano

 

Por Eduardo Egido Sánchez

 

Después de escribir casi un centenar de artículos -en realidad son crónicas sentimentales- sobre lugares y gente de Puertollano, me pregunto cuál es la esencia de nuestra ciudad, su idiosincrasia. Y no resulta fácil responder a la cuestión. Uno puede pasarse toda la vida habitando en un espacio concreto y conviviendo con un grupo de personas y ello no le garantiza un juicio seguro sobre ambas realidades. Todo lo más que alcanza es acotar una serie de aproximaciones, pero clavar el dardo en el centro de la diana es empresa complicada.

Los artículos que componen esta sección titulada “En primera persona” poseen el denominador común de ser bosquejos de los sitios más reseñables de la ciudad y de personas que han destacado en su entramado social y ya han desaparecido. Quizá en ellos se puedan rastrear algunas respuestas sobre los rasgos distintivos del llano puerto donde residimos. Consuela pensar que tal vez esos hitos aislados que perfilan aspectos locales puedan obrar a semejanza de la técnica pictórica del puntillismo, que solo ofrece una imagen perceptible cuando contemplamos el cuadro a distancia. Es la perspectiva la que presta unidad y coherencia a la representación.

Es evidente que cada puertollanero enfoca su punto de vista acerca de la ciudad en función de sus circunstancias particulares. De este modo, solo sería posible obtener una visión válida de conjunto considerando todas las opiniones para establecer la mayoritaria. Lo fundamental es que todos los juicios, como todos los votos en las elecciones, han de tener el mismo valor.

Animado por la validez de toda opinión, por el hecho de residir casi toda mi vida en la ciudad y por la curiosidad que siento por cualquier aspecto relativo a su historia, me atrevo a señalar algunas piezas del puzle identitario que nos acoge.

Precisamente, el carácter de ciudad de acogida nos viene de inmediato al pensamiento. Desde el descubrimiento del carbón, del que se cumplen ahora 150 años, la población creció rápidamente pasando de 1000 habitantes de la villa de entonces a más de 50000 a mediados del pasado siglo. A la promesa de encontrar acomodo y alimento respondieron no solo las gentes de la comarca sino de un radio geográfico de considerable longitud. La minería primero y la industria después, se convirtieron en el foco de atracción de familias a las que el trabajo por cuenta ajena o la pequeña propiedad campesina solo proporcionaba un sustento miserable. Hubo otras procedencias como, en el caso de mi abuelo paterno, la ganadería, permutando las tierras de la Castilla del Norte por estas próximas al Valle de Alcudia.

Asimismo, nuestra ciudad ha mostrado con frecuencia un perfil reivindicativo, espoleado por las duras condiciones del trabajo de la minería. En particular, los primeros cien años de la explotación minera contemplaron las continuas y justas reivindicaciones de la clase trabajadora, que se negaba a aceptar que las ganancias que proporcionaba su penosa y peligrosa actividad no se repartieran de manera equitativa. La historia de la minería en Puertollano asiste cada cierto periodo a las manifestaciones de los obreros para exigir superiores salarios y mejores condiciones de trabajo. Especial relevancia alcanzó la huelga de 1962, que fue reprimida con dureza y puso de manifiesto el temple de los que levantaron su voz. Del mismo modo, este rasgo anidó en el sector industrial, con manifestaciones multitudinarias para evitar el cierre o traslado de diversas empresas locales. La actividad laboral de ambos sectores, sujeta a los continuos altibajos del mercado, se ha visto continuamente amenazada en Puertollano dando lugar a un tipo de trabajador dispuesto a defender sus derechos con decisión.

La tendencia a colaborar en grupo se ha manifestado en la ciudad por medio del asociacionismo, un movimiento que ha fructificado hasta el punto de inscribir a 277 asociaciones locales en el Registro Municipal. El fenómeno surgió con fuerza a comienzos de los años ochenta del pasado siglo, encabezado por las Asociaciones de Vecinos que se crearon en cada barriada para colaborar con el gobierno local. Con ello, se prestó una atención a la periferia urbana, que cambió su entramado urbanístico de manera profunda haciendo habitables las escarpadas calles de los cerros de Santa Ana y San Sebastián. Tras este buque insignia, el movimiento asociativo conoció un auge sin parangón en nuestra historia, abarcando todas las actividades susceptibles de ser potenciadas mediante la organización grupal.

Relacionada con la tendencia asociativa, es destacable la actitud solidaria de nuestra gente. Cuando algún colectivo se siente amenazado y enarbola la bandera de la manifestación en la vía pública sabe que no estará solo en sus demandas y que la ciudad en pleno saldrá para apoyarlo. Así ha ocurrido en múltiples ocasiones, cuando una multitud pacífica pero decidida se ha echado a la calle para elevar su voz unánime en apoyo a los intereses comunes. Todos guardamos en nuestra memoria las impresionantes manifestaciones en las que hemos participado en favor de loables objetivos, del mismo modo que sabemos que nunca han terminado en algaradas callejeras.

Entre las señas de identidad locales brilla con luz propia el ánimo festivo. Quien trabaja duro, necesita reparar cuerpo y espíritu para volver de nuevo a la brecha. Quien afronta el peligro de manera cotidiana, se resarce dando rienda suelta a la alegría espontánea. La minería y la industria exigen personas esforzadas para superar sus exigentes cometidos y templan el carácter de quienes los ejecutan. Puertollano fue pionera en ofrecer un edificio tan deslumbrante como el Gran Teatro en 1920, en implantar las Ferias de Mayo y las Fiestas de Septiembre, en abrir en sus calles magníficas cafeterías, en adelantarse al tiempo con las primeras discotecas, en la proliferación de cines de invierno y verano, en la potenciación de las fiestas de barriada, en contar con dos estadios y cuatro pabellones deportivos, en levantar un Auditorio que despierta admiración…La cultura, el deporte y el ocio siempre han tenido territorio abonado en la ciudad.

El enclave geográfico del asentamiento poblacional, encajado entre dos elevados cerros, ha comprometido la estética de nuestro urbanismo. El núcleo original se ubicó eludiendo ese escenario, en territorio menos escarpado en torno a la Iglesia de la Asunción y el Ayuntamiento, con la expansión del ejido de San Gregorio hasta la Fuente Agria y la Ermita de la Virgen de Gracia. Sin embargo, cuando la explosión demográfica se produce en el último cuarto del siglo XIX, el casco urbano se ve obligado a trepar cerros arriba y a relegar los aspectos estéticos en favor de la funcionalidad precaria de las viviendas. A este condicionante se añade que el paisaje alrededor de la población se cubre con los vestigios que la actividad económica provoca: montículos de escorias y descubiertos de las antiguas minas. Todos alegamos la belleza del paseo de San Gregorio para atenuar la imagen de zonas menos afortunadas en el entramado urbano. Las ciudades de aluvión poblacional crecen tan rápidamente y con tantas carencias que el adorno se ve comprometido. En definitiva, Puertollano muestra un rostro curtido por la rigurosa intemperie.

Dejamos para el final el que tal vez sea el rasgo más característico de nuestra ciudad: la resistencia a las crisis sucesivas que la han amenazado. Desde los albores de la minería y de la industria, la economía local ha registrado una permanente mudanza no exenta de retos que superar. Los cambios exigen adaptarse a las nuevas realidades para no sucumbir a las amenazas o crisis. Las convulsiones sociales han estado presentes a lo largo de nuestro devenir con fastidiosa puntualidad. La ciudad ha sabido sortear épocas duras y recomponerse con solvencia. Una y otra vez. Hasta ahora, en que de nuevo se ciernen negros nubarrones. Las debilidades actuales requieren el auxilio de la fortaleza que en múltiples ocasiones ha puesto de manifiesto la ciudadanía local. Todos podemos contribuir a paliar los riesgos que nos atenazan, de nuestro comportamiento depende el futuro inmediato de la ciudad. Puertollano necesita unidad y compromiso para seguir adelante por la ya larga senda de la resistencia.

Eduardo Egido Sánchez