Por Eduardo Egido Sánchez
La “Empresa Nacional Calvo Sotelo de Combustibles Líquidos y Lubricantes”, constituida en noviembre de 1942, era conocida familiarmente en Puertollano y comarca como “la Calvo Sotelo” durante más de 30 años, hasta que en 1974 pasó a denominarse Enpetrol. Ese nombre doméstico estaba dotado de un poderoso atractivo para las personas que buscaban un puesto de trabajo, debido a que desde el primer momento este conglomerado empresarial estuvo revestido de una fiabilidad a prueba del paso del tiempo. Cuando alguien lograba integrarse en su plantilla podía dar por hecho que formaba parte de un proyecto solvente que le permitía hacer planes familiares de futuro sin temor a eventualidades negativas en el plano laboral.
Durante más de ocho décadas, nuestra ciudad ha cimentado su porvenir en una sólida base que ha resistido eficazmente los embates económicos nacionales e internacionales. Puertollano sería hoy una localidad muy distinta, de peor presente y futuro, sin el aval de fortaleza que le proporciona esta empresa determinante en su sostenibilidad y que ha dejado una profunda huella en la morfología urbana.
Vamos a adentrarnos en su devenir de la mano del meritorio Alejandro Llanos Grande, autor de los textos de la publicación “Imágenes para una historia.50 aniversario. Complejo Industrial. Puertollano”, un libro muy recomendable por sus textos y sus 173 fotografías para recorrer el pasado del Complejo Petroquímico y su entorno.
Quizá no esté de más recordar que el nombre de la Empresa es un homenaje al político José Calvo Sotelo, ministro de Hacienda en la Dictadura de Primo de Rivera, que fue asesinado el 13 de julio de 1936 y supuso un desencadenante de la Guerra Civil. El proyecto económico nace con el propósito de explotar las pizarras bituminosas del subsuelo de la zona, además de aprovechar otras materias primas como el carbón, con lo que se reforzaba la cuenca minera de Puertollano. En concreto, se perforaron tres pozos mineros: Calvo Sotelo, Este e Inclinado. Lamentablemente, el pozo Calvo Sotelo fue escenario de sendas explosiones de grisú que ocasionaron 11 fallecidos el 13 de octubre de 1953 y 12 fallecidos el 18 de octubre de 1958.
Al tiempo que avanza la construcción de las instalaciones del Complejo -como la Central Térmica, cuyas obras comienzan en 1948 y es inaugurada en junio de 1951, una instalación esencial para la producción de vapor y energía eléctrica- se acometen en el entorno las infraestructuras que resultan imprescindibles o convenientes: la presa del pantano del Montoro, con una capacidad inicial de 29,2 hectómetros cúbicos que se recrecerá dos veces hasta los actuales 105 hm3. Las obras comienzan en 1948 y en 1952 Francisco Franco descubrirá una placa conmemorativa. El conducto para transportar el agua desde el pantano al Complejo alcanza una longitud de 18 kms. Por su parte, el área residencial El Poblado ve terminadas las casas iniciales y la primera residencia (más tarde asignada a los ingenieros) en 1944 y contemplará un progresivo crecimiento de viviendas, dotaciones y zonas verdes. En 1987 los terrenos comunes se cederán al ayuntamiento de Puertollano según acuerdo firmado por el alcalde Ramón Fernández.
Uno de los primeros servicios que se considera básico es el economato para el abastecimiento de las familias de los trabajadores, que abre sus puertas en verano de 1943 y cuatro años más tarde ya contaba con 5500 beneficiarios. La iglesia Santa Bárbara fue consagrada en 1948 por el obispo Emeterio Echeverría. Se construyen tres piscinas (ingenieros, empleados y obreros, una división que también se aplicaría en otras instalaciones) con sus correspondientes pistas de tenis; se levanta el teatro-cine en los aledaños de la plaza de las Palmas; las escuelas de enseñanza primaria se inauguran en 1945 y el alumnado crece rápidamente hasta alcanzar 274 escolares en 1951; la clínica funciona a pleno rendimiento en 1957, una época en que la ciudad presentaba carencias elementales en la asistencia sanitaria.
Por su parte, el Grupo de Empresa Calvo Sotelo se crea en 1946 y poco después se construye el campo de fútbol “El Cerrú”. El deporte ha obtenido por parte de la Empresa un destacado apoyo, con el buque insignia del equipo de fútbol Calvo Sotelo, que paseó por todo el país el nombre de su matriz y de su ciudad y a punto estuvo de consiguir el ascenso a Primera División. El tenis, guiado con pulso firme por el pionero Diego Álvarez de los Corrales, alcanzó la cima provincial y regional. También creó la Empresa un club de atletismo bajo el auspicio del añorado Sánchez Menor, armó un equipo de baloncesto y apoyó la natación y otras disciplinas. El Grupo de Empresa se erigió como modelo a la hora de promocionar actividades sociales, deportivas y recreativas en beneficio de los empleados.
La inauguración oficial de la Empresa tiene lugar en mayo de 1952 a cargo del jefe del Estado, Francisco Franco, lo que pone de manifiesto su relevancia nacional. Comienza entonces una segunda etapa caracterizada por el aprovechamiento de la pizarra bituminosa para producir combustibles, lubricantes, disolventes y fertilizantes. En 1965 se abandona la destilación de pizarras y se utilizan tecnologías y procesos más avanzados para optimizar la producción. Ese año se pone en funcionamiento la Refinería de Petróleo -inaugurada asimismo por Franco en 1966- que utiliza el petróleo crudo llegado a Puertollano a través del oleoducto procedente de Málaga. Ello permite multiplicar la producción de combustibles, lubricantes y fertilizantes y favorece la obtención de precursores de los plásticos. En 1973 se produce una espectacular ampliación del Complejo que culminará en 1983. En 2000 se abre el nuevo oleoducto Cartagena-Puertollano y se clausura el de Málaga, multiplicando la recepción de crudo.
En el apartado de la plantilla de trabajadores de la Empresa, en los años cuarenta crece paulatinamente hasta alcanzar en 1950 la cifra de 418 operarios fijos mientras que los eventuales y en prueba suman 766 personas. En 1965 la cifra oscila en torno a los 4000 empleados. Actualmente, el número se ha reducido a 1500 contratados.
Por otro lado, la denominación del Complejo ha cambiado en varias ocasiones. La primitiva Empresa Nacional Calvo Sotelo de Combustibles Líquidos y Lubricantes pasó a denominarse Enpetrol en 1974, para luego adoptar diversos nombres: EMP (1982), Repsol (1987), Repsol YPF (1999) y de nuevo Repsol (2012).
Aunque la presencia del Complejo siempre ha estado muy presente en el casco urbano, esa presencia se plasmó con la erección del Monumento a la Petroquímica en la rotonda del comienzo del antiguo Poblado. Fue inaugurado en 2002 por el alcalde Casimiro Sánchez y el director del Complejo Industrial Joaquín Uris. En febrero de 2009 la relación con la ciudad se torna más dinámica con la promoción del Panel Público Asesor a instancias de la entidad petroquímica, que lo define como “un puente de dos direcciones entre sociedad e industria. Representantes de diversos colectivos de la sociedad de Puertollano y de Repsol forman parte de este foro de participación que pretende ser un canal de diálogo permanente entre la sociedad y la empresa, avanzando en la transparencia informativa”.
Las últimas inversiones millonarias en el Complejo de Repsol de nuestra ciudad y las declaraciones de su equipo directivo sobre planes de futuro abonan la proyección de este emporio económico, absolutamente imprescindible para reforzar la supervivencia de Puertollano. Hoy sería absurdo trazar cualquier diseño de ciudad sin colocar en lugar preferente a la entidad heredera de aquella Calvo Sotelo que llegó, en la penuria de la posguerra, con infinidad de panes bajo el brazo y se estableció al norte del río Ojailén, en el valle donde se asentaron nuestros antepasados prehistóricos.