Reedición del libro "Valle de Alcudia"

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Son las 12:34 del Martes, 19 de Marzo del 2024.
Reedición del libro "Valle de Alcudia"
 
     Puede darse por seguro que ningún conocedor del Valle de Alcudia carecerá de referencias del libro “Valle de Alcudia” de Vicente Romano y Fernando F. Sanz publicado en 1967. A lo largo del tiempo, varias personas me habían hablado de él y despertado la curiosidad por leerlo. Finalmente, el fotógrafo de la naturaleza y buen amigo, José Manuel Casado, me prestó el ejemplar que poseía. Su lectura me cautivó. Encontré en sus páginas la idiosincrasia de este paraje excepcional. En sus textos latía la singularidad del territorio y de sus pobladores. Me encontré ante un libro de viajes que describía con sencillez escenas de profundo calado. Lo comparé de inmediato con obras maestras de la literatura de viajes como “La colmena”, de Cela; “La ruta de don Quijote”, de Azorín, o “Dersu Uzala”, de Vladímir Arséniev.
 
     Naturalmente, no me conformé con su mera lectura porque hay libros que necesitamos que engrosen nuestra biblioteca particular. Contacté con la editorial Alfaguara, que me comunicó que el libro se encontraba descatalogado. Tras una amplia búsqueda, una librería de Madrid me confirmó que disponían de un ejemplar aunque carecía de la sobrecubierta. Me lo enviaron y fotocopié la sobrecubierta del tomo de Casado. Volví a releerlo con la satisfacción ahora de ser su propietario.
 
     Poco después, Salvadora Moreno, autora de “Los carboneros en el Valle de Alcudia”, otro libro muy recomendable sobre este territorio peculiar, me comentó que conocía a Vicente Romano porque ambos eran vecinos de Alamillo. Merced a los buenos oficios de Salvadora conseguí su teléfono porque deseaba vivamente cambiar impresiones con él. Cuando me notificó el número, me advirtió: “Vicente está muy malito pero él no lo sabe”. Lo llamé el 16 de abril de 2014, miércoles de Semana Santa”, dándose la coincidencia de que el recorrido por el Valle de Alcudia que dio origen al libro lo efectuaron en la Semana Santa de 1962. Nadie hubiera dicho que aquel hombre que hablaba con voz vigorosa y verbo torrencial pudiera estar enfermo. Yo le confesaba mi admiración por el libro y él le restaba importancia. Quedé impresionado por su claridad de ideas y la vasta obra que a lo largo de su vida logró componer. Lamentablemente, falleció en junio de ese mismo año.
 
     Mientras tanto, transmití al editor Javier Flores la inconveniencia de que un libro que reunía tantas virtudes se encontrase descatalogado y, por tanto, fuera del alcance de los lectores que merecía. Se cuentan con los dedos de las manos las obras literarias ambientadas en el Valle de Alcudia. El editor se implicó en el asunto y logró que la Diputación Provincial, en su Biblioteca de Autores Manchegos, reeditara la obra en 2015 con la pulcritud que la caracteriza, con la añadidura de un detallado mapa que recoge el itinerario de los viajeros y que había quedado fuera de la edición original.
     Esta nueva edición fue presentada en el Centro Cultural de Puertollano el viernes, 23 de octubre de 2015. Se pudo contar con la presencia del otro autor, Fernando Fernández Sanz, que previamente había comunicado su intención de llegar a la ciudad a primera hora de la mañana porque tenía interés en poder visitar algún paraje de los recorridos 53 años atrás. Fernando contaba entonces 83 años y transmitía una fortaleza física y mental ciertamente llamativa, salvo una ligera dificultad para caminar a causa de problemas en las piernas. Eligió visitar La Bienvenida porque aquella etapa la recordaba de manera especial. Durante el viaje nos fue ilustrando con diversos pormenores acaecidos en su ya lejano periplo, dando muestras de una memoria prodigiosa tanto en lo relativo a los lugares como a las personas –como el abuelo Camperas, de la famosa Venta de la Inés, que era “una enciclopedia viviente”- que los acogieron entonces y les brindaron sus humildes moradas y viandas, además de darles a conocer sus precarios modos de vida.
 
     En aquella memorable jornada, Fernando se mostró como un hombre de carácter, crítico con aspectos de la vida que, en su opinión, habían evolucionado negativamente. Insistía en que los lugareños enseguida les hicieron cambiar de opinión a Vicente y a él de que el hecho de vivir en un territorio privilegiado por la naturaleza pudiera proporcionar por sí mismo un modo de vida apacible. La vida allí era dura a despecho de la geografía. También hacía hincapié en la intención de los dos autores de humanizar el relato que tenían previsto componer, dando prioridad a las vicisitudes de las personas con las que fueron encontrándose. Efectivamente, a lo largo de las páginas del libro nos presentan con una naturalidad admirable a unos personajes enraizados en el Valle que parecen aceptar su aciago destino como si no tuvieran otra salida.
 
     Guardo una anécdota personal de Fernando que pone de relieve su respeto por el detalle y la veracidad en la redacción de textos. Cuando le comuniqué que mi novela “Un verano de paso” está ambientada en el Valle de Alcudia y concretamente en las inmediaciones de la estación ferroviaria de Brazatortas-Alcudia, mostró interés por leerla. Después me remitió una pormenorizada y generosa crítica  que no eludía una matización: “En un pasaje de la novela describes que el tren se alejó de la estación dejando un penacho de humo en el aire. Me sorprendió la frase porque tengo entendido que el tramo de la vía férrea entre Puertollano y Conquista (en el que se encuentra Brazatortas) estaba electrificado y, por tanto, no era de vapor”. Indagué sobre el particular y comprobé su exactitud, de modo que intenté justificar el desliz: “Llevas razón, Fernando. Se trata de una licencia literaria”. 
 
     Merecidamente, también la nueva edición se encuentra agotada y es recomendable subsanar la circunstancia sin dejar pasar tanto tiempo como el transcurrido entre la primera y la segunda. Por tanto, la iniciativa para reponer en las librerías el texto es digna de elogio y con toda probabilidad será acogida calurosamente por los futuros lectores. La mejor propaganda que puede hacerse de un libro es el boca a boca, la recomendación que realizan las personas que han tenido el placer de leerlo. Se apuesta sobre seguro al exhortar a los lectores de paladar exquisito a que no dejen de saborear la crónica de un viaje que dos  jóvenes inquietos efectuaron hace 60 años por un territorio plagado de voces ancestrales. La actual Feria del Libro instalada en el Paseo de san Gregorio es una buena ocasión para conseguirlo.
Eduardo Egido Sánchez