Referencias de septiembre

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Son las 04:53 del Sábado, 20 de Abril del 2024.
Referencias de septiembre

     Al mes de septiembre le toca de cerca la melancolía. El verano se despide y el otoño pide paso. Los días siguen siendo luminosos pero la luz solar se acorta cada jornada y cuando despertamos a esa hora de costumbre en la que el verano ya iluminaba la mañana, apreciamos que aún reina la oscuridad tras el ventanal del dormitorio. También la tarde pierde paulatinamente su interminable crepúsculo. Los días se mantienen cálidos pero en ocasiones percibimos un viento fresco que provoca escalofríos. Hay un atributo moderno de septiembre, la aparición de fascículos y libros coleccionables, que indica asimismo que hemos de cambiar de hábitos y recogernos en casa en detrimento de la vida al aire libre. Todo ello abona un sentimiento melancólico. A poco que se haga memoria, se encuentran referencias y paralelismos entre septiembre y este sentimiento.

     Precisamente hay una canción de los años sesenta del pasado siglo titulada Melancolía en septiembre. Por aquella época, en el instituto fray Andrés solían poner música a la hora de entrada y salida, a la vez que resultaba obligado subir y bajar la escalera en ordenada fila: los chicos por la parte de la barandilla y las chicas por el lado de la pared. Una de las canciones que se escuchaba era esta, quizá porque contenía un  matiz nostálgico muy apropiado para el recogimiento. Se trataba de la versión del trompetista Roy Etzel y daba comienzo con el bramido del viento, un viento que se adivinaba lejano y persistente, que alejaba algo y acercaba una cosa distinta. Un coro arropaba los acordes de la trompeta y únicamente pronunciaba cuatro palabras, las tres del título de la canción -alargando las sílabas de la palabra melancolía y acortando las de la palabra septiembre- y la palabra arrivederci, adiós en italiano. Quizá la versión vocal de esta canción que más éxito cosechó fue la interpretada por el cantante Peppino di Capri, un auténtico triunfador de la época. Su letra decía: “melancolía en septiembre, esto solo me quedó de ti…Arrivederci fue tu adiós final…” Evidentemente, recoge el lamento por el abrupto final que septiembre provoca a  un amor de verano.

     De la misma época es otra canción que lleva por título Septiembre y que, igualmente, alude a la nostalgia propia de este mes. La cantaba, entre otros, José Guardiola, experto en versionar canciones famosas a las que prestaba su melódica voz. En las emisoras de radio de los sesenta José Guardiola campaba a sus anchas y tuvo un gran éxito con una canción titulada “Di papá”, que interpretaba  a dúo con su hija de corta edad. La letra de “Septiembre” evoca las señas de identidad del mes: “Septiembre se muere, se muere dulcemente, con sus raíces secas, con sus racimos verdes…Yo esperaba septiembre, para volver a verte, con un mundo infinito, de sueños en mi mente”… Al final, la espera resulta infructuosa y los sueños quedan defraudados. A diferencia de la canción anterior, no se trata de un amor de verano que termina sino de un amor en ciernes que el verano malogra.

     En el campo cinematográfico tuvo un considerable éxito la película Cuando llegue septiembre del director Robert Mulligan (autor también de la inolvidable “Matar a un ruiseñor”) e interpretada por Rock Hudson, Gina Lollobrígida, Sandra Dee y Bobby Darin, es decir, una pareja veterana y otra novel. Acerca de las intérpretes femeninas, la verdad es que costaba decidirse entre Gina y Sandra, dos bellezas distintas pero igualmente adorables. La película es una delicia salpicada de enredos con un toque de comedia italiana; su banda sonora original cuenta con la canción del mismo título que tiene un ritmo pegadizo imposible de olvidar,  compuesta por el propio Bobby Darin.  La película es de 1961y una cantante española de aquella década prodigiosa, la animosa Gelu, realizó una versión con una letra optimista que dibujaba un amor en plena efervescencia, a diferencia de las dos canciones ya citadas, que decía: “Cuando llegue septiembre todo será maravilloso, cuando llegue septiembre se ocultará la luz más pronto…” Esta versión deja que desear en su faceta orquestal, a años luz de la banda sonora original, que carecía de letra.

     Y pensando en referencias de septiembre, viene al recuerdo otra película que aunque no alude a este mes en título ni en otras circunstancias, cuenta con una escena muy apropiada para ilustrar el final del verano. Su título es “La chica de la maleta” del director Valerio Zurlini,  interpretada por una deslumbrante y veinteañera Claudia Cardinale, quizá el prototipo más logrado de belleza mediterránea, y el joven Jacques Perrin. La escena mencionada sucede en una terraza de playa en la que se celebra un baile nocturno muy animado; de pronto se levanta una tormenta que destruye los farolillos de papel que engalanan la pista y provoca la desbandada de las parejas. El lugar queda solitario y con un aspecto otoñal.

     Para poner el broche a estas referencias de septiembre, es apropiado recurrir a un poema de Bertolt Brecht que figura en su libro “Poemas y canciones” editado por Alianza Editorial. Todo el libro es una joya que contiene una acertada antología no solo poética sino también de las canciones de su producción teatral. Es obligado elogiar  la excelente versión  de Jesús López Pacheco, sobre la traducción directa del alemán de Vicente Romano. Es sabido que Vicente Romano, natural de Alamillo, es el coautor, junto a Fernando F. Sanz, del celebrado libro de viajes “Valle de Alcudia”. El libro  de Brecht contiene un poema titulado “Recuerdo de María A.” cuyo comienzo define delicadamente los rasgos del mes de septiembre: “Fue un día del azul septiembre cuando / bajo la sombra de un ciruelo joven / tuve a mi pálido amor entre los brazos / como se tiene a un sueño calmo y dulce. / Y en el hermoso cielo de verano / sobre nosotros, contemplé una nube. / Era una nube altísima, muy blanca. / Cuando volví a mirarla, ya no estaba.” Continúa el poema describiendo un amor que seguramente  habría  caído en el olvido de no ser por aquella nube que “sólo floreció un instante”. Es el recuerdo de una relación, quizá adolescente, que deja un regusto nostálgico y melancólico de pérdida, tan propio de un mes de septiembre como el que ahora nos ofrece sus días azules y menguantes.

Eduardo Egido Sánchez
Foto: Ana Caballero