Serás hombre

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Son las 16:23 del Viernes, 29 de Marzo del 2024.
Serás hombre

Todos recordamos poemas, o fragmentos de ellos, que leímos hace mucho tiempo. Quedaron grabados en nuestra memoria por diversos motivos: porque nos gustaron especialmente, porque los asociamos con un amor de juventud, porque rescatan una época importante de nuestra vida… Regresan en el momento más inesperado debido a algún hecho relacionado con su contenido o sin venir a cuento, solo porque están agazapados en el espacio nebuloso de la mente donde se alojan los recuerdos que la voluntad o el azar ha seleccionado, aguardando el instante de hacerse presentes.

     Los versos que aprendimos siendo niños son los que se han fijado de modo más indeleble, los que acuden con mayor seguridad a nuestros labios. Me emociona recordar la sorpresa que me causó escuchar a mi madre recitando un pasaje larguísimo del poema “El tren expreso” de Ramón de Campoamor, que había leído en su juventud en la recopilación “Las mil mejores poesías de la lengua castellana”. Por mi parte, vienen sin esfuerzo los versos iniciales de poemas que figuraban en aquellos libros escolares que hoy añoramos: “Era un jardín sonriente / era una tranquila fuente / de cristal / era a su borde asomada / una rosa inmaculada / de un rosal”…de los hermanos Álvarez Quintero. O los no menos conocidos: “Margarita, está linda la mar / y el viento / lleva esencia sutil de azahar / yo siento / en el alma una alondra cantar: / tu acento. / Margarita, te voy a contar / un cuento”…de Rubén Darío.

     Hace años tomé la decisión de escribir a mano en un cuaderno aquellos poemas que tienen una especial significación para mí. En la primera hoja del cuaderno escribí con caligrafía infantil el título del conjunto: “Poesías escogidas”. Un título, asimismo, de reminiscencias infantiles. Con el tiempo, he reunido sesenta y cuatro poemas de escritores de todo el mundo, con clara mayoría de autores españoles y latinoamericanos. Por supuesto, el cuaderno mantiene sus páginas abiertas a la espera de que nuevas estrofas pueblen su universo. Disfruto releyendo estas composiciones de temática y estructura variadas, dejándome transportar a épocas y sentimientos que están enraizados en la historia de mi vida.

      Si tuviera que recomendar solo uno de estos poemas, sin descartar los demás, recomendaría el titulado “If”, llamado así porque dieciocho de sus treinta y tres versos comienzan con la conjunción condicional “Si”. Su autor es Rudyard Kipling y es conocido como “Serás hombre” en versión castellana. Si pudiera añadir una segunda sugerencia, sería “Preguntas y respuestas para la vida”, de la madre Teresa de Calcuta. Si, en fin, me fuera permitida una tercera propuesta, elegiría “Castilla”, de Manuel Machado, que participa de los tres géneros literarios: épica, lírica y dramática. Con todo, los sesenta y cuatro poemas que componen la selección se leen sin apuro con solo regalarnos una tarde relajada lejos del mundanal ruido.

     Kipling es un escritor británico y el poema original está escrito en inglés. Cuando leemos una obra -poesía o prosa- escrita en lengua no castellana, la traducción es un asunto de importancia crucial porque una desafortunada versión echa por tierra cualquier original, restando méritos a la calidad del autor hasta el extremo de que obras maestras parezcan auténticas vulgaridades. En el terreno de la traducción se perpetran lamentables atentados contra la literatura. En consecuencia, además de recomendar “Serás hombre” deseo presentar la traducción que considero más armónica:

              

                        Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila

                    cuando todo a tu lado es cabeza perdida.

                    Si tienes en ti mismo una fe que te niegan

                    y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.

                    Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera,

                    si, engañado, no engañas,

                    y no buscas más odio que el odio que te tengan.

                    Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres.

                    Si al hablar no exageras lo que sabes y quieres.

                   

                         Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo.

                    Si piensas y rechazas lo que piensas en vano.

                    Si tropiezas al triunfo, si llega la derrota,

                    y a los dos impostores los tratas de igual forma.

                    Si logras que se sepa la verdad que has hablado

                    a pesar del sofisma del orbe encanallado.

                    Si vuelves al comienzo de la obra perdida,

                    aunque esta obra sea la de toda tu vida.

 

                         Si arriesgas en un golpe, y lleno de alegría,

                    tus ganancias de siempre a la suerte de un día;

                    y pierdes, y te lanzas de nuevo a la pelea,

                    sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era.

                    Si logras que tus nervios y el corazón te asistan,

                    aun después de su fuga de tu cuerpo en fatiga,

                    y se agarren contigo cuando no quede nada;

                    porque tú lo deseas, lo quieres y mandas.

 

                         Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud.

                    Si marchas junto a reyes con tu paso y tu luz.

                    Si nadie que te hiera llega a hacerte la herida.

                    Si todos te reclaman y ni uno te precisa.

                    Si llenas el minuto inolvidable y cierto

                    de sesenta segundos que te lleven al cielo.

                         Todo lo de esta tierra será de tu dominio

                     y mucho más aún: serás hombre, hijo mío.

 

     Estos versos sencillos guardan un mensaje profundo. Cada relectura nos permite descubrir nuevos significados que enriquecen el contenido del poema. En su unidad, encontramos una norma de vida digna de ser contemplada como horizonte.

Eduardo Egido Sánchez