Los destellos

Son las 07:21 del Martes, 3 de Diciembre del 2024.

Los destellos

Por Gloria Serrano Martín

"La muerte te posiciona en la vida de otra manera, coloca las cosas en su sitio. A mí me hizo ser consciente de lo bueno que son los destellos, de que al final nuestra vida es pequeñas notas de recuerdos, de vivencias, de experiencias... y que es importante reivindicarlas. Por muy pequeñas y muy insignificantes que parezcan son las cosas con las que nos quedamos, el recuerdo, lo que nos queda".

(Pilar Palomero, directora y guionista de “Los destellos")

La muerte siempre será la sombra que nos acompaña y define los contornos de la vida. Y hay que entender que morir es una etapa de la existencia, algo que debemos afrontar con naturalidad para no perdernos los destellos que nuestra gente nos deja antes de irse.

De esto va esta película que pone el foco en lo íntimo, en los detalles, en la fragilidad de los vínculos y la necesidad de cuidar a las personas que un día fueron parte importante de nuestras vidas y que ahora afrontan sus últimos momentos. Pero huyendo del melodrama y tratando el tema con una enorme sutileza y sensibilidad.

Él argumento adapta un relato de Eider Rodríguez que se titula "Un corazón demasiado grande" y va contando cómo Isabel, a petición de su hija, se siente obligada a cuidar de su exmarido que afronta sus últimos días por una enfermedad terminal. La película se centra en el proceso de acompañamiento que hará que evolucione desde el resentimiento inicial hasta la compasión que siente al comprobar la fragilidad de su ex pareja. La hija, Madalen, sirve como puente entre sus padres intentando reconciliar los vínculos entre el pasado y el presente y reflejando en algunos momentos la angustia de no conseguir su propósito.

La directora Pilar Palomero demuestra su talento al demostrar que se puede emocionar con sobriedad y contención creando una atmósfera emocional con gestos, miradas, diálogos breves que dejan entrever las relaciones entre los personajes sin necesidad de discursos y explicaciones innecesarias. Con la maestría de su cámara hace que nos pongamos en la piel de esas personas que se encuentran en un proceso doloroso pero que con valentía y naturalidad lo afrontan dando lo mejor de ellas mismas. Hasta las escenas finales están impregnadas de esa atmósfera especial con los mensajes a distancia que intercambian la madre y la hija al despedirse cuando retoman sus vidas.

Pilar Palomero ha contado con unos intérpretes excepcionales. Patricia López Arnaiz derrocha veracidad y Antonio de la Torre ha hecho una labor magnifica interpretando al enfermo que intenta en sus últimos momentos reconciliarse con la vida. Muy destacable también la naturalidad de Marina Guerola como hija y de Julián López que, alejado de sus papeles cómicos, sorprende por su interpretación de pareja de Isabel en una situación complicada aportando serenidad y sirviendo de soporte a la madre y a la hija para enfrentar el futuro sin venirse abajo.

Es una película que por su temática quizás no guste a todo el mundo. Su ritmo es lento y está lejos de la acción y el suspense que los espectadores demandan hoy en día. Yo misma suelo huir de las historias que tratan el tema de la enfermedad y la muerte cuando cargan las tintas en lo melodramático. Pero no es el caso de esta película. Es verdad que salí del cine conmovida, pero con la sensación de haber asistido a un proceso natural, con unos personajes cercanos que sin hablar demasiado consiguen que compartamos sus emociones y sintamos esos "pequeños destellos" de luz que siempre nos acompañan y nos guían cuando recordamos a las personas queridas que ya no están con nosotros.