Ramón y Cajal: historia de una voluntad

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Son las 17:19 del Sábado, 14 de Diciembre del 2024.
Ramón y Cajal: historia de una voluntad

 

Por Gloria Serrano Martín

 

"Las neuronas son células de formas delicadas y elegantes, las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental" (Santiago Ramón y Cajal)

Tras las habituales reposiciones veraniegas de Verano azul y Celia, RTVE ha tenido el acierto de rescatar y emitir esta serie de 1982, que yo no vi en aquellos tiempos y que ha despertado mi curiosidad porque la vida de Ramón y Cajal que con bastante fidelidad retrata la serie es muy interesante y creo que desconocida para una inmensa mayoría, por lo menos lo era para mí. 

Además de destacar por la excelente dirección artística, su buena ambientación y la categoría del reparto, creo que fue un acierto enfocar la vida del personaje con sus luces y sus sombras. José María Forqué, el director de la serie y los guionistas lo trataron con calidez y admiración dejando sentir su atracción por el modesto y humilde histólogo que llegó a premio Nobel.  Pero no obviaron dejar también patente su punto flaco: la escasa dedicación a su numerosa familia porque su trabajo como investigador le absorbía. Contó con una esposa, Silveria (hay que destacar la delicadeza interpretativa de Verónica Forqué), sumisa y comprensiva con el trabajo de su marido y dedicada de lleno al cuidado de sus siete hijos. En aquella época era el papel que la mujer tenía asumido, aunque él mismo reconoció su egoísmo al final de su vida y lo dejo plasmado en sus memorias. Por poner un ejemplo, en uno de los episodios y estando en casa, se está muriendo una de sus hijas y por más que su mujer Silveria le avisa de que está agonizando para que salga del laboratorio, él no se entera y cuando termina su trabajo se encuentra que la niña yace muerta en brazos de su madre.  

Un octogenario Ramon y Cajal hace un repaso a su vida para plasmarlo en unas memorias. Comienza recordando su niñez y adolescencia en Petilla de Aragón, sus travesuras y su carácter inquieto y tozudo como buen aragonés. Su pasión por la pintura se ve truncada por la severidad de su padre, Don Justo (magnífica interpretación de Fernando Fernán Gómez), que le obligó a centrarse en los estudios de medicina después de fracasar en varios colegios en los que demostró escaso interés por el estudio. El peso de la figura paterna será fundamental en su vida, le condicionará y le hará tomar decisiones que no siempre respondían a sus deseos y aptitudes. Pero al final se impusieron el tesón y el esfuerzo que fueron claves en la trayectoria del científico español. Para él solo existía su investigación, su trabajo. Y encontró el reconocimiento internacional que se merecía consiguiendo el premio Nobel de medicina. 

Como virtudes la serie pone en valor la modestia de D. Ramón, se llamaba a sí mismo "el más humilde de los profesores de España". Huía de los homenajes porque le robaban tiempo para seguir trabajando. Como profesor en las tres cátedras que ocupó, Valencia, Barcelona y Madrid, enfocó sus clases más a la práctica que a la teoría y era evidente su escaso interés por las apariencias. Uno de sus alumnos, Julián de la Villa, dejó escritas sus impresiones cuando lo vio entrar en clase: "Un hombre que me pareció estrafalario: sombrero de copa, algo abandonado, capa parda y no muy nueva, barba corta y mirada al espacio como despreciando lo mundano. Llega a la clase, se despoja de la capa, descubriendo una levita de largos faldones y que quizá hacía años había salido de la sastrería; el aspecto de aquel hombre, francamente, no era muy agradable". Pero sí entusiasmaba a sus alumnos con los dibujos en la pizarra de células, tejidos y órganos porque debían ser excepcionales. Las caricaturas de la época siempre lo representan pintando. Nunca utilizó la investigación como excusa para abandonar la enseñanza. Tan solo faltó a su última clase, la de la despedida, y así lo explicó en una entrevista: "No me he despedido, no me despediré nunca de la cátedra ni de los muchachos: no perderé ese contacto mientras viva... ¡es superior a mis fuerzas!" 

La interpretación de Adolfo Marsillac y su caracterización del personaje es muy destacable como lo es la fotografía y la música, tan pegadiza que, al finalizar cada episodio, la sintonía seguía resonando en mi cabeza. No voy a caer en el tópico de "ya no se hacen series como las de antes". Algunas series actuales son muy buenas, originales y creativas, sus actores no tienen nada que envidiar a los de aquella época y los espectadores disfrutamos con ellas. Pero no deberían caer en el olvido las excelentes series de los 80 y que ahora podemos rescatar gracias a la plataforma RTVE PLAY o en Youtube. En concreto esta biografía enseña más que cualquier documental y tiene un gran valor histórico y cultural dando a conocer la vida de uno de los mejores médicos españoles sin caer en el melodrama. Es muy entretenida y puedo asegurar que emociona y llega a enganchar. 

 

Serie española estrenada en 1982

9 capítulos de 60 minutos

Titulo original: Ramon y Cajal.

Dirección: José María Forqué.

Reparto: Adolfo Marsillach, Verónica Forqué, Fernando Fernán Gómez, Encarna Paso, Tito Valverde, Emilio Linder, Laura Cepeda, Verónica Luján, Damián Velasco, Agustín Poveda, Jorge Bosso. Miguel Rellán, Beatriz Elorrieta, Manuel Zarzo, Ismael Merlo, Adriano Domínguez, Pedro del Río, Eva Robin, Sara Mora

Guion: Santiago Loren (Libro) y Hermógenes Sainz. 

Música: Antón García Abril. 

Fotografía: Alejandro Ulloa. 

Disponible en Rtve Play y en Youtube. 

 

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Gloria Serrano