La Sociedad Española de Reumatología detalla en un decálogo los principales aspectos que deben conocerse sobre la gota:
Lo más frecuente es sufrir ataques de inflamación en la 1º articulación metatarsofalángica, es decir, la que une el dedo gordo al resto del pie. Suele ser un proceso muy doloroso que empieza por la noche o a primera hora de la mañana, puede hacer que el mínimo roce nos moleste.
Es habitual que se acompañe de eritema o enrojecimiento de la piel que rodea a esa articulación. Los ataques inicialmente suelen durar poco y ser leves, pero si no se trata la gota, cada vez serán más intensos y duraderos.
Las rodillas pueden inflamarse. EFE/Fernando Bizerra Jr
No, también puede inflamar el empeine o el tobillo, pudiendo confundirse ante la inexperiencia con un esguince.
Además se pueden inflamar otras articulaciones como: la rodilla, el codo, la muñeca, etc…
Sí, esto ocurre en más del 50% de pacientes. Los niveles de ácido úrico en sangre en el momento del ataque de inflamación no siempre son representativos de la cantidad de cristales de urato depositados en las articulaciones.
Hay pacientes con ataques evidentes de gota que tienen el ácido úrico normal y también hay pacientes con cifras elevadas del mismo.
Hay que diferenciar entre dos conceptos diferentes.
Aunque sólo 1 de cada 10 personas con el ácido úrico alto sufrirá gota, ésta suele precederse y acompañarse de una hiperuricemia crónica.
La gota también puede afectar a los codos. EFE/Luong Thai Linh
Aunque la alimentación es importante, la gota se produce en más del 90% de casos por un problema de eliminación del ácido úrico por el riñón.
No es recomendable abusar de alimentos ricos en purinas:
Es aconsejable beber 1-2 litros de agua al día y resultan beneficiosos los lácteos desnatados, las cerezas, los alimentos ricos en vitamina C y el café. También conviene evitar el sobrepeso y realizar actividades físicas.
Beber cerveza puede aumentar los riesgos de sufrir gota. EFE/Eduardo Margareto
En la mayoría de casos no. Muchos de los enfermos de gota llevan años depositando urato en sus tejidos sin saberlo, y estos acúmulos no se pueden disolver sólo cuidando la alimentación, deben de hacer uso de medicación para disminuir la producción de purinas o ayudar a su eliminación.
No, son medicaciones empleadas para calmar el dolor en los ataques agudos de inflamación articular, pero esto sólo consigue quitar los síntomas producidos por los cristales de urato sin eliminarlos.
Para curar definitivamente la gota necesitaremos disolver esos acúmulos cristalinos con la medicación oportuna y un tratamiento realizado durante meses o incluso años, según cada paciente.
Aunque resulte paradójico, esto suele ocurrir con frecuencia en los pacientes con gota cuando se introducen medicamentos como alopurinol, febuxostato o benzbromarona sin la oportuna profilaxis antiinflamatoria, haciéndoles creer erróneamente que les resultan más perjudiciales que beneficiosos, cuando eso no es cierto, sino todo lo contrario.
En los primeros meses deben intentar añadir un tratamiento preventivo de ataques con colchicina a dosis bajas o algún antiinflamatorio equivalente como naproxeno.
EFE/Javier Cebollada
La gota es mucho más que una articulación que se inflama y duele, produce una inflamación sistémica que puede afectar a órganos vitales como el riñón.
La hiperuricemia y la gota se relacionan además íntimamente con el síndrome metabólico, de forma que no es raro encontrar factores de riesgo en los enfermos con gota como: obesidad, niveles altos de colesterol y triglicéridos, resistencia a la insulina, hipertensión arterial, etc…
Todos estos factores convierten a estos enfermos en pacientes de riesgo cardiovascular moderado o alto.