Nos cuesta reconocer como sublime lo cercano. Pero de los nenúfares me gusta hasta la pronunciación de sus fonemas y la fragilidad de su apariencia, surgida en medio de un medio tan hostil como es el nuestro: de estíos y heladas, de canchales y secanos. A este milagro que fluye a lo lardo del valle lo llaman por aquí río Bullaque.