¿Qué es Poesí­a?

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Son las 18:09 del Jueves, 25 de Abril del 2024.
¿Qué es Poesí­a?

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.

 

¿Quién no conoce esta Rima de Gustavo Adolfo Bécquer?... Aparte de ser una de tantas preciosas perlas de la poesía castellana, a mí siempre me ha parecido una huida elegante para no contestar a la pregunta del millón: “¿Qué es poesía?”... El último verso acaba con el consabido: “Poesía… eres tú”, porque “tú” rima con “azul”, porque es un bello requiebro. Pero sobre todo debido a que Gustavo Adolfo Bécquer no tenía ni puñetera idea de qué contestar a esa pregunta. No sabía lo que es la poesía. Ni él, ni nadie, y por supuesto yo tampoco: que conste en acta. Lo que sí tenía Bécquer a raudales era intuición, instinto y talento.

Seguramente ese, y no otro, es el motivo por el que tanta gente se arrima al mundo de la poesía. Porque nadie sabe a ciencia cierta qué es la dichosa poesía. Se arriman a este confuso pero fascinante mundo muchas personas con una sensibilidad especial, y también un gran número de mojigatos (y mojigatas), por cierto. Aunque la función terapéutica que ejerce sobre el que la escribe, debería bastar para justificar tal actividad. La poesía se ha convertido (preferiría decir que siempre lo ha sido) un cajón “desastre” en el que todo cabe. Si hasta aquí vamos bien, (supongo que con estas pocas líneas ya me habré granjeado el desacuerdo de unos cuantos) cabría preguntarse: ¿qué provoca que un, llamémosle, “escrito” se pueda considerar un poema; no digamos ya un BUEN POEMA? Aunque esta pregunta, en vez de generarme una respuesta, me incita a intentar despejar más incógnitas:

¿Puede un poema que SÍ respeta las normas clásicas de la lírica llegar a ser un gran poema?

¡Por supuesto que sí!

¿Puede un poema que SÍ respeta las normas clásicas de la lírica llegar a ser un bodrio?

¡Por supuesto que sí! (la gran mayoría de las veces)

¿Puede un poema que NO respeta las normas clásicas de la lírica llegar a ser un gran poema?

¡Por supuesto que sí!

¿Puede un poema que NO respeta las normas clásicas de la lírica llegar a ser un bodrio?

¡Por supuesto que sí! (la gran mayoría de las veces)

 

Hemos obtenido cuatro “síes” que son, todo hay que decirlo, una opinión muy personal. Tenemos cuatro “síes” sencillamente porque la poesía reside en un lugar que trasciende cualquier tipo de norma o corsé. Es lógico que al no saber (ni siquiera intuir) lo que es la poesía, muchos poetas se sientan más seguros con el salvavidas del corsé y la norma bien ceñido a la cintura. Si el poema tiene las sílabas adecuadas y el ritmo, si exhibe las rimas asonantes, consonantes, las sinalefas… ¿Entonces, ya tenemos poesía?... ¡ALELUYA! “¡Qué bien y qué pronto!, le dijo la tonta al tonto.” Sí, aunque resulte increíble creerlo, hay quien opina que si te pones un traje para ir de boda, es suficiente para estar más guapo e incluso ser mejor persona. Escribir poemas de este modo es igual que si te informas de cómo colocar los ladrillos, en qué orden, y pretendes construir una casa. Y, efectivamente, a veces te acercas a uno de esos poemas y a primera vista parece una casa. Pero cuando te quieres quedar un rato en ella, te das cuenta de que no es una casa, ni tampoco un poema. Todas las casas tienen grietas, y esta no. Su sótano no huele a humedad y la chimenea es artificial, es de pega, ni siquiera da calor. No se percibe la felicidad, desesperación, desamor, frustración de los que la habitan. La casa está vacía y lo verdaderamente importante de la casa no es su estructura, sino lo que la define como hogar. Así te echas a la cara poemarios inacabables (e infumables) que se parecen a esas grandes urbanizaciones construidas en medio de la nada, que jamás fueron ocupadas por nadie.

Qué podemos decir del que se refugia en el surrealismo o en cualquier tipo de “ismo”, o en la palabra rebuscada y rimbombante, para en el fondo decir algo pueril, ñoño, simplón, didáctico-plomizo. Si queremos decir “no puedo vivir sin ti”, es posible que escribir “no puedo vivir sin ti” sea la mejor de las opciones y así evitar meternos en un berenjenal, en un jardín repleto de flores llamadas “galimatías”, de adjetivos absolutamente prescindibles y una sintaxis imposible. Si queremos expresar nuestra opinión con respecto a cualquier tema, para eso está la prosa y el ensayo. ¡Vale!, ilústranos con tus conocimientos sobre el bien y el mal, o sobre la propia poesía. Pero, ¡por Dios!, en prosa, no en verso.

Lo cierto es que estamos hablando de poesía, y los mismos conceptos podrían ser atribuidos a cualquier otra rama de las artes. El gran Vicent van Gogh se pasó por el forro todas las normas de la perspectiva y el color, enseñándonos así a ver el mundo a través de sus ojos. Dalí pintó su “Cristo de San Juan de la Cruz” desde un punto de vista único (el de Dios), que le habría costado arder en la pira a cualquiera que se le hubiera ocurrido pintarlo de este modo en la Edad Media. Hay quien no puede comprender que “El Concierto de Aranjuez”, del Maestro Rodrigo, es una obra maestra, y que “Stairway to Heaven”, de Led Zeppelin, también lo sea. El Jazz nació para transgredir todas las normas establecidas y con piezas musicales como “Take Five” de Dave Brubeck dejó constancia de lo alto que se puede llegar con este estilo musical.

Federico García Lorca cultivó la poesía tradicional y la vanguardista, hasta el punto de que se puede afirmar que él creo escuela. Después de tantos años no he sido capaz de decidir si prefiero su “Romancero Gitano” o su surrealista “Poeta en Nueva York”. Muchos de nuestros poetas del último siglo, incluidos los que ahora habitan entre nosotros y están creando, como Jon Juaristi, Luis García Montero, Blanca Andreu, Almudena Guzmán, Felipe Benítez Reyes y tantos otros, pudieron y quisieron quitarse el salvavidas del corsé, los manguitos de las normas y se echaron a nadar. Si somos capaces de quitarnos la venda de los prejuicios, comprobaremos que el resultado suele ser un puñado de versos que no pretenden enseñarte nada, ni demostrarte nada, ni tener razón. Tan solo (¿tan solo?) pretenden hacerte SENTIR. Quizá ni siquiera así lleguemos a comprender qué es la poesía, aunque nos ayudará a encontrar alguna respuesta, puesto que esa respuesta ya la llevábamos dentro. Por eso un poema se puede comparar con una virtuosa y vieja llave que sabe abrir esas puertas en tu interior. Precisamente esas, que tanto miedo te daba abrir. 

Antonio Carmona