Maltrato a los mayores

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Son las 05:37 del Lunes, 9 de Diciembre del 2024.
Maltrato a los mayores

 

Por Lourdes Carrascosa Bargados

 

Recientemente se ha celebrado el día que intenta hacernos tomar conciencia sobre el maltrato a los mayores.

Hablamos de comportamientos dirigidos a personas con más de sesenta años, infringidos por aquellos con los que tiene una relación de confianza, ya sea por ser sus familiares o sus cuidadores.

Pueden dividirse en actos que le causan daño o sufrimiento, podrían servir como ejemplos una mala contestación o un manotazo, o la no adopción de medidas apropiadas para su atención, como por ejemplo no cambiarle el pañal con la adecuada frecuencia o no recibir visitas de sus seres queridos.

Los malos tratos se pueden referir a aspectos físicos, sexuales, psicológicos o emocionales, por razones económicas o materiales, abandono, desatención o menoscabo de la dignidad y el respeto.

La población mundial de mayores de sesenta años va camino de duplicarse con creces, de 900 millones en el 2015, se prevé en 2.000 millones en el 2050 según los datos que maneja la OMS y cada vez habrá más personas dependientes, factor que multiplica el riesgo de maltrato.

Es evidente que este crecimiento de la población de mayores se debe a la mejora del nivel de vida y a la atención sanitaria de mayor calidad, pero vivir más años lleva asociado el aumento de los malos tratos. Cuanto mayor es la esperanza de vida, más personas aparecen con enfermedades degenerativas que las hacen dependientes y necesitadas de una atención mas especializada.

La violencia sobre los mayores es un problema que hasta ahora no interesa mucho a nuestra sociedad occidental, en la que se ejerce culto a la juventud, a la salud y a la potencia física, sin valorar aspectos como la experiencia, la sabiduría o el reconocimiento de que los que nos han precedido constituyen el vínculo afectivo de las familias.

Una persona mayor, dependiente, no suele denunciar lo que le pasa, primero por vergüenza y luego por miedo, ya que si la denuncia se refiere a quienes le cuidan, en muchas ocasiones sus propios familiares, teme que nadie se haga cargo de su vigilancia. Por ello se habla de un tipo de violencia silenciada y que solo llama la atención en casos muy puntuales que aparecen en los medios de comunicación y suelen referirse más a personas institucionalizadas.

Debemos tomar conciencia del problema. Muchos hemos pasado ya por la experiencia de tener a nuestro cargo a una persona mayor. Nadie dice que sea tarea fácil, la edad va también marcando el carácter del mayor y en muchas ocasiones hay que llenarse de paciencia, de cariño y ponernos en su lugar, tratando de atenderle como nos gustaría que nos cuidasen a nosotros el día que estemos en esa situación. Ponernos en su lugar, ayuda mucho a ser más pacientes, comprensivos y cariñosos en su cuidado. El afecto es una de las necesidades prioritarias para los mayores y no siempre somos conscientes de esa necesidad y de que no dedicarles tiempo y cariño, es un modo de privarles de un buen final a su vida.

Nuestras ciudades y pueblos se van haciendo mayores y las Administraciones deberían aportar más medios, no solo para la atención y cuidados que necesitan las personas, sino para adaptar las ciudades a las necesidades de sus habitantes de más edad, que tienen más complicada su movilidad y el acceso a los servicios públicos, tan necesarios para ellos al ir terminando de su camino vital.

Las tendencias hoy en día plantean que un mayor debe permanecer todo el tiempo posible en su propia casa, ya que es su entorno de referencia, donde se siente seguro, rodeado de sus cosas y su historia y eso es muy positivo para su equilibrio mental y emocional, pero para ello, deberá contar con cuidadores, ya que la soledad no es buena compañera para la vejez y no siempre existe la capacidad económica para cubrir sus necesidades.

Los mayores merecen tener una vejez libre de preocupaciones y con buenos cuidados, tanto en lo que corresponde a su entorno familiar, como a las Administraciones.

Cuando somos jóvenes, pensamos que la vida es larga y no damos valor al paso del tiempo, pero este vuela rápido y todos vamos a necesitar en un momento de nuestra vida cuidados y atención. Si no somos capaces de ponernos en la piel de nuestros mayores, empatizar con ellos entendiendo lo que sienten, lo que necesitan y organizar nuestra sociedad para que convivan en las condiciones adecuadas personas de todas las edades, no avanzaremos.