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Vacaciones

 

Por Lourdes Carrascosa Bargados

Llegado Julio, por todos lados no se oye otra palabra que no sea vacaciones. Los que las tuvieron y ya han vuelto, los que las están disfrutando y los que esperan el momento para irse a vivir las suyas.

Vacaciones para desenganchar de las preocupaciones diarias, para descansar de las obligaciones laborales o personales, para disfrutar de recorrer mundo y conocer lugares increíbles o, simplemente conocer mejor nuestra España, llena de belleza y contraste a la que no siempre damos valor.

Hablamos de la necesidad psicológica que tenemos todos de salir de las rutinas, de vivir otras experiencias. También de la depresión postvacacional y lo que nos cuesta retomar la tarea diaria.

Me encantan las vacaciones, esos días de vivir sin reloj, sin que el día te marque los tiempos, haciendo lo que te apetece en cada instante.

Procuro desplazarme en fechas y a lugares que no estén masificados. Por eso viajo en Junio y Septiembre. Los otros meses de verano prefiero quedarme en casa.

Me gusta pasear por la playa a primera hora de la mañana, oyendo el sonido del mar, su serenidad y belleza, cuando todavía son solo las gaviotas quienes reinan en aguas y arena. Luego, ya más entrado el día, bañarme en tranquilidad, sin pelear por el lugar en que pueda poner la sombrilla y la toalla.

Mis vacaciones son paseos, lectura, baños, mirar al mar, comer rico, pero sin excesos, charlar, perderme por las calles para conocer mejor las ciudades que visito.

Hablar con gente o escuchar sus conversaciones, visitar los comercios tradiciones e irme haciendo a la idea de cómo es su día a día.

Visito también sus lugares culturales. Tenemos un país rico en Arte, en Historia, en monumentos sea cual sea el lugar donde te muevas.

Las vacaciones deberían ser un paréntesis de relajación y pequeños placeres para recargar pilas y volver a la vida ordinaria con más fuerza.

Desgraciadamente mucha gente toma las vacaciones como una competición: visitar el lugar más lejano; presumir del gasto; darle más importancia a lo que se fotografía que a lo que se está viviendo, volviendo a casa más agitado física y mentalmente que antes de partir.

Miro hacia atrás y recuerdo a mis padres. En su vida solo vivieron una vez algo parecido a lo que ahora llamamos vacaciones. Como premio por los años de servicio en su empresa, le regalaron un viaje a Palma de Mallorca, para ambos, que fue su única experiencia en avión y durante toda la vida guardaron las postales, fotos y recuerdos del viaje, que todavía conservo.

El resto de lo que podríamos llamar vacaciones en mi familia, consistía en que mis tíos de Coruña bajaban a Madrid a recoger con el coche a mi madre, a mí y a mis hermanos, pasando en Coruña el verano, mientras mi padre permanecía en Madrid, de Rodríguez, como se decía entonces. Luego se iba su mes de descanso en el tren y ya regresábamos todos juntos.

Yo, al ser la mayor, soy la que más he disfrutado de esos periodos en Coruña. A mí me mandaban a la casa que su hija tenía en El Burgo, con todos mis primos, mientras que mi madre quedaba con sus tíos en Coruña junto a mis hermanos pequeños.

Días de juego, de risas, de jolgorio, de ver como mis primos iban a la ría a pescar, de playa con comida de empanada, tortilla y filetes, de ir con el cubo cogiendo navajas o almejas (eran otros tiempos), con esos baños compartidos después de la larga jornada, uno tras otro en la bañera, listos para cenar y subir a dormir. Las risas de la noche, antes del sueño, con los mayores pidiendo silencio y nosotros riendo a carcajadas de cualquier tontería.

Esos veranos en Coruña han marcado mi vida y mi relación con todos mis muy queridos tíos y primos, algunos ya fallecidos.

Todavía hoy, cuando nos juntamos, recordamos esas casas, esas vivencias y pensamos en la suerte que hemos tenido de compartir esos momentos.

Antes las vacaciones, si es que se les podía llamar así, eran para muchos un regreso a los lugares de origen, una vuelta a sus pueblos, a reunirse con sus familiares a los que no se veía en todo el año, disfrutar sanamente y con poco presupuesto de la casa del pueblo, de sus fiestas y tradiciones.

Tal vez no eran vacaciones como las entendemos ahora, pero cierto es que nos relajaban y nos hacían disfrutar y éramos privilegiados, ya que la mayoría, no podía ni siquiera salir fuera de su ciudad.

Con el paso de los años, ponemos en valor lo vivido y nos emocionan los gratos recuerdos.

Disfruten de sus vacaciones.

Foto: Archivo de Mallorca - Las Fotos de tu vida