Confortably numb: tan a gusto

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Son las 23:56 del Viernes, 19 de Abril del 2024.
Confortably numb: tan a gusto

Cualquier inmersión en el universo sónico de Pink Floyd es una experiencia sensorial más allá de los aditivos que uno haya previsto para la sesión. El Fluido Rosa sólo necesita para su disfrute una buena dosis de concentración y entrega, da igual en un sillón con una limonada o paseando por la playa en plena mañana con los auriculares puestos a toda castaña. “Confortably Numb” pertenece a esa docena de temas que nos llevaríamos a una isla desierta.

Aparecida en 1979 dentro del gigantesco álbum doble “The Wall” y al año siguiente en single, la canción está atribuida (raro) a Roger Waters, para entonces ya dueño supremo del destino de la banda, y David Gilmour, ese guitarrista de penetrante fraseo que acaba por desesperarte con sus alargadas y espirales elucubraciones  a los mandos de su Stratocaster, esta bicefalia de autores acabaría produciendo en los años futuros no pocas disputas sobre el uso de la misma, así como los derechos de marca del álbum y el grupo.

La canción surge de las neuronas de Gilmour para ser usada en su primer disco en solitario que, casualmente, coincidía con las sesiones de “The Wall”; oportunidad que aprovecha Waters para preparar una letra que se integre en la historia conceptual del doble disco, así sus primeros nombres fueron “The Doctor” e “Inmersion in Box Set” para acabar con el definitivo cuando el disco pasó a editarse.

Construida en torno a un episodio febril del protagonista y su interacción con el médico que le atiende nos lleva con un lirismo casi insultante en los coros a una insospechada situación de bienestar que va y viene antes y después de los dos colosales solos de guitarra que han merecido para diversas publicaciones especializadas el calificativo de los mejores de la historia (quizá no tanto, pero sí entre los mejores). Waters solía cantar la parte del médico mientras que Gilmour hacía la secuencia del enfermo, papeles que se mantuvieron a lo largo de los años y fueran quienes fueran los acompañantes de uno y otro, porque, hay que decirlo, que el tema pasa por ser uno de los más usados en los directos de la banda y al que corresponde el raro honor de ser el último interpretado por Pink Floyd en su último concierto como cuarteto en Julio de 2005 en el Hyde Park londinense. A esta predilección del grupo por “Confortably Numb” hay que sumar que, tanto Waters como Gilmour en sus diferentes carreras en solitario han hecho prevalecer el tema sobre otros lo que da una interesante abundancia de versiones cuando uno acude a la autopista de sonido que es You Tube.

Decenas de versiones de artistas tan distintos como Jama, The Novelist, Anahit o Thirty Spokes (cuyas versiones podréis degustar usando nuestros enlaces) han competido en seguidores con la que consideramos (considero, vaya) la mejor y que no es otra que la registrada en el concierto de Berlín 1990 a pocos meses de derribarse el Muro y que hizo coincidir a Roger Waters con los míticos Van Morrison y The Band, entre otras personalidades de primera fila en el rock de la época. Allí, sobre una plataforma que coronaba el Muro (en esta ocasión el escenario teatral construido “ad hoc”) el genial Morrison ofrecía una dramática elaboración de las frases que era secundada por el baterista de The Band, Levon Helm, que acentuaba con su enfática manera de cantar la atmósfera del tema. La guitarra solista para esa ocasión se dejó a cargo de Rick Di Fonzo, miembro de la Bleeding Heart Band, que no es otro que el grupo de acompañamiento que tenía Roger Waters para sus andanzas en solitario. Tan emotiva y visceral versión dio pie a que Van Morrison la usara en lo sucesivo en su repertorio independiente lo que debió servir para que Martín Scorsese, siempre atento a las delicatessen, la incluyera en la banda sonora de su película “Infiltrados” (“The Departed”, 2006), donde su efecto magnético ilustra el preludio amoroso de Billy (Leonardo Di Caprio) y Mandolyn (Vera Farmiga), porque en el fondo  ese estado “confortablemente adormecido” no es otro que el resultante de cierta fiebre amorosa que, mucha veces, no sabemos reconocer ni evitar y ni falta que nos hace. Pasadlo bien.

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