“Sweet Home Chicago”: más allá del pacto

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Son las 14:27 del Jueves, 28 de Marzo del 2024.
“Sweet Home Chicago”: más allá del pacto

Cientos de leyendas planean sobre las historias de los protagonistas de miles de canciones que han surcado con ondas musicales todo el planeta, pero ninguna tan sugerente para el imaginario del rock’n’roll como la que, dicen, protagonizó Robert Leroy Johnson en el cruce de las carreteras (highway) 49 y 61 de los USA. Como muchos debéis saber allí, cuenta la leyenda, el aprendiz a guitarrista Robert Johnson vendió su alma al Diablo a cambio de tocar ese instrumento mejor que nadie. Lo cierto es que Johnson no tuvo lo que se puede decir una vida llena de éxito musical en sus correrías por garitos y burdeles, locales donde explayarse en la característica técnica de la “slide” que acabaría siendo su seña de identidad. Muerto joven (27 años, como Hendrix, Joplin y Winehouse), su legado ha acabado siendo descomunal, para tan poco material registrado, ya que Robert Johnson sólo grabó 29 canciones en 42 registros (13 de ellas se grabaron dos veces) entre el 23 y el 27 de Noviembre de 1936 en Austin (Tx)) y el 19 y 20 de Junio de 1937 en San Antonio (Tx). Esa casi treintena de canciones han sido tocadas por todos los “bluesmen” del mundo, cuando no han publicado discos monográficos con versiones de algunos temas, tal como hicieron Peter Green y Eric Clapton; blancos y negros en décadas posteriores aprendieron de esos temas que, seguro recordáis por sus míticos nombres: “Crossroads”, “Dust My Broom”, “Terraplane Blues”, “Love In Vain”, “Me and the Devil Blues”… y “Sweet Home Chicago”.

 

La que hoy es la mejor tarjeta de visita de la ciudad del viento, en realidad ni estuvo pensada para ella ni, cuando Johnson la adaptó, Chicago era el eje central de la canción. Surgida a partir del “Kokomo Blues” de Scrapper Blackwell (1903-1962), un guitarrista de blues que acabó virando a jazz, fue James Arnold quien hizo de ella un éxito con el nombre de “Old Original Blues Kokomo”, que acabaría dando nombre artístico a su intérprete (Kokomo Arnold, si buscáis por ahí). El caso es que Johnson en 1936, cambia el topónimo de la canción, Kokomo (Indiana) por Chicago (Illinois) y crea un nuevo tema en el que la narración habla de “Chicago/California”, lo que ha dado pie a multitud de interpretaciones, desde que Robert Johnson no tuviera ni idea de la geografía norteamericana, hasta que se refiriese a Puerto Chicago, un pequeño pueblo californiano, donde, al parecer, Johnson tendría familiares. El caso es que, con el paso del tiempo y las versiones la canción llegó acabó siendo un homenaje a Chicago, la letra original referida a California fue alterada en la mayoría de versiones, así la frase «Volver a la tierra de California» (Back to the land of California) cambia a «Volviendo al viejo lugar de siempre» (Back to the same old place), así como «Voy a California» (I'm going to California) se convierte en «Voy a regresar a Chicago» (I'm going back to Chicago). Estos cambios, que han quedado como definitivos se atribuyen al orondo pianista Roosevelt Sykes (1906-1983), “bluesman” que se granjeó un excelente cartel en Chicago, hasta que la electrificación del género en los primeros cincuenta le hizo emigrar a New Orleans, de donde ya no se movería artísticamente.

 

Con el epicentro de la ciudad del “blues” como eje principal y la elevación a los altares de Robert Johnson, convertido ya en leyenda, “Sweet Home Chicago”  ha devenido en himno, apropiado para todo tipo de celebraciones para una generación de afroamericanos, y no solo para ellos. Barack Obama y su señora (originaria de Chicago, por cierto) aparecen en dos de los vídeos de nuestra lista, así como dos veces se ofrece la versión de los Blues Brothers, una de estudio y otra en directo para la película. Completan la panoplia de “versionistas” los más afamados guitarristas de “blues” que, en algún momento de su vida, seguro que se han visto tentados de emular a su ídolo en cuanto al pacto con El Maligno: Eric Clapton, Buddy Guy, Jeff Beck, Robert Cray, Johnny Winter, Freddie King… sin contar con el “heredero” de Johnson, su hijastro Robert Lockwood Jr., un nonagenario con el blues en la venas.

Juanma Nuñez Rodrí­guez
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