“The boxer”: La venganza de Paul

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Son las 21:12 del Viernes, 19 de Abril del 2024.
“The boxer”: La venganza de Paul

Anoche, después de ver el último episodio de la muy recomendable serie “The Affair” (2014), y mientras sonaba la canción que finiquitaba el drama, mi mujer me espetó con un semblante entre irónico y mordaz ¿qué ha sido de Simon y Garfunkel? ¿siguen vivos? Mi cara de sorpresa ante lo que entendía como una inesperada muestra de sagacidad musical encendió una sonrisa en la de mi mujer, seguramente la persona que mejor me conoce y que sabe de mi antigua devoción, nunca abandonada, por el dúo que formaron Paul & Arthur y por su deliciosa obra musical. Reconocer en mitad de una multitud de sonidos, los tonos intimistas del dúo más popular de la música debería ser obligatorio para cualquier oído, formar parte de la educación musical y sentimental de las personas.

 

Inconfundibles a la hora de fusionar voces y guitarra acústica, exquisitos en la dicción (se puede aprender pronunciación inglesa siguiendo a Paul Simon) y retratistas impenitentes de las frustraciones personales e incomunicación de la gran ciudad, Simon & Garfunkel, representan como nadie (quiza con la excepción de Woody Allen) una época creativa de la ciudad de Nueva York, la que originó lo que luego las discográficas acuñarían como folk-rock y que tuvo su epicentro en Greenwich Village (o simplemente “El Village”, para los iniciados). Cuando el ya exitoso dúo afronta el que, a la postre, sería su último disco de estudio, el fantástico “Bridge Over Troubled Water” (1970), ya han caminado sobre el éxito de temas inolvidables como “Scarborough Fair”, I Am a Rock” o “The Sounds of Silence”, sin olvidar su genial aportación a la banda sonora de “El Graduado” (Mike Nichols, 1967) de la que saldría otro “hit”, la estupenda “Mrs.Robinson”; estaban en la cúspide y los feroces críticos de la Gran Manzana, acostumbrados a la dinámica de la época, cuando los músicos editaban un LP al semestre e inundaban de “singles” las listas de éxito, casi mensualmente, se volvieron impacientes y empezaron a cargar contra una supuesta “sequía creativa” del dúo. Paul Simon enfadado por lo que considera una actitud rastrera e hipócrita de los medios, pergeña una bellísima venganza: “The Boxer”.

 

Mitad autobiográfica, mitad producto de los ataques hacia su concepto musical, “The Boxer” relata, apoyándose en la metáfora de un boxeador, las dificultades para sobreponerse a la adversidad, la mentira en las relaciones personales, que ora te ensalzan, ora te derriban, y la incombustible fe de quien sigue adelante sin arrojar nunca la toalla, como ese boxeador cercano al KO. Grabada en Noviembre de 1968 a lo largo de casi cien horas, en tres ambientes diferentes que incluía la iglesia de St.Paul en Nueva York, el muy pulido tema de cinco minutos contaba con una aportación innovadora del baterista Hal Blaine (1929) un afamado sesionero de Columbia Records que había prestado sus baquetas a Nancy Sinatra, Elvis Presley y compañía, y que ideó el sonido característico de la canción a base de golpear con una cadena las paredes del estudio de grabación. La perfecta guitarra acústica y una estlizada línea de bajo completaron el single que sería publicado el 21 de Marzo de 1969, igualando el puesto 7 en las listas americanas del Billboard que ya obtuviera “Mrs. Robinson”. Los agoreros comentarios sobre el fin de la banda se tornaron en alabanzas ante la que era una de las cumbres creativas de Simon & Garfunkel, refrendada diez meses más tarde con el formidable disco que acunó a “The Boxer” y que –esta vez sí- significó el final del dúo ese mismo año. En 1981, tras varias reuniones que venían prodigándose desde 1975, Art y Paul se juntan para ofrecer su concierto más emblemático en el Central Park de Nueva York, ante medio millón de espectadores (el séptimo mayor registro de la historia) que elevan la cita a la categoría de legendaria, por encima de otras reuniones, más o menos celebradas, desde entonces hasta 2010.

 

Sería fácil caer en el tópico de citar a Simon y Garfunkel como unos artistas “imprescindibles”, como ahora parecer ser todo lo que se publica, pero lo que está claro es que si quieres conocer o reconocer (te) en el tránsito de los sesenta a los setenta, musical o socialmente, deberás escuchar la música de estos tipos de Queens que, en 1953, como Tom & Jerry decidieron que querían cambiar el mundo. Como tantos otros, no lo consiguieron, pero ¿qué más da?

Juanma Nuñez Rodrí­guez
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