Por Isabel Castañeda
La ignominia, la calumnia, la burla, la mentira y, lo que es peor, la ignorancia y la indiferencia, han copado los medios y las redes sociales, convirtiendo en un patio de vecindad a un país con enormes posibilidades.
Quiénes nos visitan, buscan lo que nosotros tenemos al alcance: naturaleza, cultura, gastronomía, sol, convivencia agradable, etc.
Somos especialistas, por otra parte, en criticar lo peor de nosotros mismos y nos pasamos el tiempo instalados en la queja, el victimismo y la enumeración de males que están por venir.
¡Apelo a la gente sensata!
A quiénes reflexionan y huyen de la visceralidad.
A quiénes hacen bien lo que les corresponde.
A quiénes se afanan por conseguir un mundo más amable.
A quiénes nos ayudan y dan lo mejor de sí mismos.
A quiénes contribuyen al progreso.
A quiénes tratan de mejorar la calidad de vida de los más vulnerables.
A los que, de forma discreta, nos transmiten confianza en que otro mundo mejor es posible.
Es decir, a la inmensa mayoría de la sociedad, que permanecen silenciados por el vocerío de los insensatos, los egoístas y los que no ven más allá de sus intereses.
Son minoría, pero les damos excesivo protagonismo.
Dejamos de fijarnos en los cipreses y prestamos atención a los que no son más que arbolillos.
¡Cambiemos el foco de atención!