Por Isabel Castañeda
Estamos todavía inmersos en las consecuencias de la Dana, cuando llega el triunfo de Trump. Hecho que, con un efecto dominó, nos salpica a todos.
Se instala una oleada de autoritarismo; pero no es ninguna sorpresa.
Cuando eclosiona algo así, hay que analizar cómo se gesta.
Han ido sucediéndose acontecimientos inquietantes. Pero o se han pasado por alto o se ha mirado para otro lado.
Ahora lo tenemos encima; la sociedad se ha mercantilizado y lo que se busca, de manera miope, es que sólo haya una solución a este nivel.
Se han dejado de lado los valores que han caracterizado a la vieja Europa, (democracia, libertades, acogimiento sin diferencias, instituciones que trabajan en beneficio de las personas, educación, cultura, etc), en favor de un acomodo a las demandas más radicales.
Estamos en una sociedad en transformación.
Avanzan los intereses y el egoísmo del dinero y retroceden los que representan el saber y el conocimiento.
Esto es una realidad; pero, como todavía quedamos colectivos con esperanza en otro mundo mejor, más solidario, más culto y más justo, seguiremos nadando contra corriente.
Personalmente, estoy en la última etapa de mi vida; pero mientras tenga lucidez (pensando en los que vienen detrás) mantendré la esperanza y pondré mi minúsculo grano de arena, en la defensa de la educación y la cultura, donde está la base de todo.