La ceguera

Por Isabel Castañeda

Para encontrar un poco de objetividad en estos momentos inestables y difíciles, hay que darse un paseo por la Historia de la Humanidad.

Si nos adentrarnos en cada una de sus etapas, veremos que la vida ha estado siempre en el filo de la navaja: era corta, llena de penurias, enfermedades, injusticias para los más débiles y oscura.

Ha ido evolucionando, conquistando con mucho esfuerzo, parcelas de mejoras con avances y retrocesos.

La condición humana siempre ha intervenido en el desarrollo de los acontecimientos. Por eso, en todo momento se ha puesto de manifiesto lo mejor y peor de ella.

Si nos detenemos en la época que nos está tocando vivir, los problemas serán diferentes en la forma, pero en el fondo, siguen imperando la ley del más fuerte, la injusticia, la ambición y la avaricia, frente al bien, la equidad, la fraternidad, el afán de mejora colectiva, la investigación, el afán de progreso con sentido, etc.

Los acontecimientos de nuestro pequeño mundo nos hacen vivir ensimismados, pendientes de dimes y diretes, intereses partidistas, pequeñas o grandes miserias morales y mucho, muchísimo ruido.

Tenemos que ampliar el zoom para poder ver a mayor distancia y reflexionar con calma, tratando de formarnos un criterio, como mínimo, con sentido común.

Habrá que partir de problemas a gran escala para darnos cuenta de que, si vamos solucionándolos, los pequeños sufrirán el efecto dominó: la Naturaleza, el cambio climático, la sequía, el mal uso de los recursos, el mal reparto de la riqueza, las injusticias, el racismo, la xenofobia, el sexismo. Todas son asignaturas pendientes que no abordamos como prioritarias, porque impera el cortoplacismo.

Nos perdemos en nuestros ombligos y no vemos que las soluciones que damos son parcheos que enlazan los problemas con más virulencia.

Ojalá que, quienes tienen la visión más clara, se impongan a los ciegos por su propia ignorancia.