Por Isabel Castañeda
Los mitos son relatos sobre héroes y dioses de la Antigüedad.
Son forjadores de un universo simbólico, que ha marcado el imaginario de Occidente…
En la cúspide de los dioses se encuentra Zeus (denominación griega) o Júpiter (denominación romana).
Se representa con un cetro, una corona, un rayo y puede adquirir la figura de un águila o un toro.
Es el dios del cielo y el trueno, el más importante del Olimpo. Se le consideraba padre de dioses y hombres.
El Monte Olimpo es la morada de todos ellos y forman una asamblea de doce, con Zeus a la cabeza.
La religión no persigue un fin moral.
Tenían vicios y pasiones humanas.
Forma física humana.
Eran inmortales, de eterna juventud.
Cada uno poseía sus propios atributos.
De la cabeza de Zeus nace su hija predilecta, Atenea (nombre en griego), Minerva (nombre romano), diosa de la inteligencia, la sabiduría y la justicia.
Este sentido de poder (evidentemente, con limitaciones de mortalidad), pueden servir de ejemplo a personajes del panorama político actual, con un determinado perfil.
Para explicarlo, viene bien hacer referencia al " Mito de Narciso".
Un joven llamado Narciso, que se ve reflejado en la superficie de un lago y se enamora de su propia imagen.
Da nombre a una afectación mental, en la que una persona tiene un exagerado sentido de egocentrismo; una preocupación extrema por sí mismo y falta de empatía por otras personas.
Actualmente, vivimos una época en la que los demás se van desdibujando y los poderosos se erigen en figuras narcisistas.
El abuso de las nuevas tecnologías lo alimentan; sólo cuenta el éxito económico, mejor si es sin esfuerzo.
Se favorece la evasión de impuestos, con lo que el capital pasa a un menor número de individuos.
El narcisismo imperante promueve todo tipo de asimetrías verticales, incluso horizontales.
Se rechaza la pluralidad; esto genera patologías políticas y sociales: aporofobia, gerontofobia, homofobia, sexofobia, lugar de nacimiento, género o convicciones.
Defectos de un líder: exceso de amor propio y arrogancia, transmite una idea desproporcionada de sí mismo, con lo que se cree capaz de grandes hazañas.
A nivel exterior podrían servir de ejemplo Trump o Putin.
Que cada cual elija los nombres que sean merecedores de ser considerados narcisistas.