La Gratitud
Por Isabel Castañeda
Si tenemos capacidad de observación, el mundo se irá desplegando ante nuestros ojos.
No vamos a encontrar todas las respuestas, pero, al menos, encontraremos algunas explicaciones.
La mayor parte de los seres humanos vive con el piloto automático encendido; aunque algunos, ralentizan el ritmo y se paran a observar los detalles.
El mundo y los personajes que lo dirigen, están dentro de un huracán descontrolado, que no se sabe qué se llevará por delante.
La motivación principal es la consecución de dinero y poder.
Para conseguirlos, los egos de los poderosos, hacen sus cálculos.
No hay sensatez ni sabiduría en la toma de decisiones, sólo calculo cortoplacista.
Vivimos en el gran teatro de las apariencias.
Cada cual representa un papel, que consiste en ofrecer una imagen que provoque temor en los que están por debajo.
La mayoría de estos personajes están ya en una franja de edad en la que, de manera natural, tendrán que dejar todo lo que han conseguido.
Actúan como si ellos no tuvieran un límite vital, ni sus vidas se vieran, también, arrastradas por los males que ellos mismos provocan.
Cuando contemplo sus actuaciones y escucho sus discursos alienantes, lo que me sugieren es el pensamiento de que "la estupidez humana no tiene límites".
Pienso que, si cada persona, los que tienen mucho y los que tienen menos, se hicieran la pregunta siguiente: ¿Hay algo en mi vida que tenga valor imprescindible? es posible que muchos se dieran cuenta de que lo verdaderamente valioso es la "Vida".
Entonces se pondría todo el empeño en conservarla, evitando ponerla en riesgo, con el montaje de despropósitos que se están llevando a cabo.
El ansia por conseguir lo que no se tiene, está en relación con la falta de agradecimiento por lo que se posee.
Si se valora la vida, se cuidará el planeta y todo lo que lo puebla: personas, animales y plantas.
Si lo que mueve es el ansia de dominio y de control, se irá hacia el desastre para todos.
Conviene poner el acento, como siempre, en la educación y la cultura, para que los ciudadanos sean capaces de pensar por sí mismos y no dejarse arrastrar por mentes insensatas, sin criterio razonado, ni deseo de contribuir al bien común.
Si la escala de valores está bien ordenada, podremos darnos cuenta de las cosas que tenemos y de cómo sería nuestra vida sin ellas.
Que cada cual lo reflexione y considere si no hay que ser más agradecidos y generosos con los demás.
